Opinión

Rubén Manso: Y ya van dos entidades...

En la mentalidad moderna que padecemos, el suspenso de los estudiantes es siempre una prueba del fracaso de los padres. La intervención en las primeras horas del sábado de CajaSur podría pues interpretarse del mismo modo: como un fracaso del supervisor.

No comparto la mentalidad, pero sí la conclusión en este caso: la intervención ha sido la prueba de un fracaso. No cabe duda de que hubo uno previo de los administradores de la caja, que no fueron capaces de administrar la misma en las difíciles circunstancias de los mercados en los últimos años o que erraron en sus decisiones.

Sin embargo, es claro que, en un sistema tan regulado e intervenido por el poder público como el bancario, de la caída de una entidad es corresponsable el Estado que, aunque no lo crea, con la promesa de la ayuda pública (523 millones de euros, según las primeras noticias en este caso) está reconociendo su culpa.

CajaSur intervenida

CajaSur era una de las pocas cajas de ahorros todavía bajo el control de la Iglesia, que ha sido la principal fundadora de estas instituciones en España, lo que alimentará en las semanas próximas el tradicional enfrentamiento español entre comecuras y meapilas.

Los administradores de CajaSur han preferido la intervención a la fusión con Unicaja, después de que la Junta de Andalucía, que ha sometido a la primera a una persecución de más de diez años, incluso cuando la institución iba bien, no le autorizara la fusión con Caja Murcia.

Probablemente, la mayoría del consejo pensó qué sentido tenía su capacidad de decisión si las autoridades sólo le daban una elección posible. Y prefirieron entregar la caja a las autoridades centrales antes que a las autonómicas: la fusión que tenía sentido era la murciana.

¿Fusiones intrarregionales o interregionales?

Las fusiones intrarregionales, como la catalana y la gallega, que se aprobaron recientemente, generarán mayor duplicidad de oficinas y empleados, así como mayor concentración del riesgo de crédito, que las que generarían las interregionales. Pero, claro, estas últimas pueden hacer que determinados políticos locales pierdan el control de las instituciones de depósito que manejan.

Recordemos que los mejores bancos españoles lo son porque no están expuestos sólo al riesgo del solar patrio. No sabemos si las ayudas que va a recibir a partir de ahora CajaSur serán mayores o no de las que habría recibido la entidad resultante en su fusión con Unicaja. Este extremo se olvida, por lo que no puede decirse, como viene diciéndose, que la intervención va a generar un coste adicional al que ya se manejaba para la fusión que apetecía el poder público andaluz.

El sector de cajas lleva, en el fondo, veinticinco años convulso: desde que se aprobó la Ley de Órganos Rectores (LORCA). Esta ley supuso una auténtica desamortización de los derechos de los fundadores en favor de la clase política.

La ayuda del Estado

CajaSur era algo así como el poblado de Asterix y los errores de gestión de su última fase han venido a ser como el agotamiento de la poción mágica, que permitía resistir al irreductible grupo de galos. De los errores de los gestores de nuestras cajas tiene mucha culpa una política monetaria que si no ha generado una inflación general, ha sido porque la ha generado particular: el sector inmobiliario ha absorbido la liquidez abundante.

Las nuevas inyecciones de liquidez no tendrán activos en los que materializarse y la inflación será general. Los supervisores han sido conscientes de que este problema saltaría antes o después, en Caja Castilla-La Mancha, CajaSur y las que vengan detrás, pero las interferencias políticas regionales nos han llevado a esta situación límite: apenas contamos con tres semanas para acogernos a la solución diseñada por las autoridades centrales en forma de ayudas públicas.

Habría sido mejor actuar antes y con menos anuncios de ayuda, porque no se habrían estirado tanto las situaciones dramáticas. Ahora nos va a costar mucho más.

Esta claro que ya nada es lo que era. Las cajas no son ese lugar donde uno tiene un empleo seguro con el que puede progresar a lo largo de una larga carrera profesional. La pericia y el consejo de los supervisores no es tenido en cuenta. Las autoridades, sin embargo, sí parecen no haber cambiado desde que Cristo dijo en su última cena: "Los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores" (San Lucas, 22,25).

Rubén Manso, Mansolivar &IAX. Inspector de Entidades de Crédito del Banco de España (excedente). Profesor de la Universidad de Alcalá.

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