Tras dos años transitando por ella, tenemos ya recorrido suficiente en esta crisis como para no carecer de recetas sobre cómo paliarla o combatirla. Sólo hace falta, pues, voluntad para emprenderlas. Y el tiempo se agota.
En un consulta efectuada por elEconomista, varios expertos señalan como líneas de actuación ineludibles la contención del avance del déficit y la deuda, la bajada de cotizaciones sociales que debe acompañar a la próxima subida del IVA en aras de la reactivación del empleo, la liberalización de sectores como las telecomunicaciones o el transporte, la inversión en infraestructuras, la lucha por la eficacia del sector público y la mejora de la competitividad.
Lo sabíamos, pero se ha llegado al punto en que dejan de valer los paños calientes, los maquillajes de la realidad y las excusas. La semana pasada hemos vivido la amarga confluencia de un desempleo desbocado, de unos mercados que gritaban ¡vende España!, de las enésimas advertencias externas sobre el descrédito de la gestión de la crisis de nuestro Gobierno y de tener más potencial desestabilizador del euro que la propia Grecia.
El cerrojazo semanal vino de la mano de un texto donde el Ejecutivo delimita las líneas del mercado laboral sobre las que, en su caso, podría transigir una reforma. Una claudicación ante las alertas que lleva recibiendo desde que la crisis es crisis.
Mientras, y hasta que finalmente se defina, se ha estado perdiendo el tiempo y ahondando la caída. Así pues, el Gobierno puede dejar que le ocurra lo mismo en otros frentes, o tomar buena nota de lo ocurrido. Las recetas están ahí? a por ellas.