D esde amplios sectores de la opinión, la carrera alcista experimentada por los precios del petróleo se ve como una señal de la recuperación de la economía mundial. El mercado comienza a descontar el inicio de un nuevo ciclo expansivo global y los especuladores compran crudo para abastecer el inevitable crecimiento de la demanda futura de crudo. En este contexto, el encarecimiento del oro negro sería una evidencia más de la hipótesis de los brotes verdes, esto es, del final de la recesión y de un rápido retorno a las tasas de crecimiento económico globales existentes de la pre-crisis. Con independencia de la ausencia de una base sólida en apoyo de este último planteamiento, es interesante realizar un somero análisis sobre la consistencia de la ecuación "reactivación económica mundial-aumentos del precio del petróleo" que resulta mucho más compleja de lo que las apariencias sugieren.
De entrada es preciso señalar que los movimientos registrados en el mercado de crudo durante los últimos años no han estado dirigidos ni impulsados por la evolución económica de los países desarrollados, en especial, por la de EEUU, Japón y Europa. Estas regiones redujeron su consumo de petróleo alrededor en unos 800.000 barriles/día entre 2005 y 2008, un periodo temporal en el que los precios de esa materia prima estaban creciendo. El ajuste ha sido, como era inevitable, más intenso a medida que la recesión se agudizaba. En esos años, los incrementos de la demanda provinieron de China, de India y del Oriente Medio. Esto significa que es improbable que la teórica recuperación de las economías del G-3 tenga, si se materializa, un impacto significativo sobre los precios del oro negro.
Si se acepta la idea de que la tendencia creciente de los precios del crudo está impulsada por las expectativas de que los famosos brotes verdes se consoliden y extiendan, la conclusión es evidente: los especuladores o, mejor, los inversores en el mercado petrolífero consideran que los brotes verdes tienen más vigor en las planicies asiáticas de bambú que en las praderas norteamericanas. Este enfoque parece avalado por algunos datos recientes. El consumo chino de petróleo aumentó en abril un 4 por ciento, la mayor tasa de crecimiento de los últimos seis meses y parece que en India también empieza a reactivarse la demanda de crudo. Sin embargo, esas ganancias están muy por debajo de la contracción del consumo de oro negro en EEUU y en los demás países de la OCDE.
En este contexto, el nivel de incertidumbre sobre el comportamiento futuro de los precios del petróleo es muy elevado. Entre los factores que determinarían su potencial tendencia bajista se cuentan los siguientes: el descenso de la demanda si la recesión global persiste y/o si el crecimiento posterior es débil; el aumento de la producción por parte de Arabia Saudita; el incremento de la capacidad de refino de los países productores que no están en la OPEP; las regulaciones destinadas a reducir el uso de combustibles fósiles y el hecho de que los inventarios de crudo están por encima de su media histórica. Entre los elementos que abonarían la tesis de una escalada de precios se encuentran: salvo Arabia Saudita, los demás productores tienen escasas posibilidades de aumentar la oferta; los altos costes de producción debidos a la escasez de mano de obra, a la crisis crediticia y a las altas inversiones necesarias para obtener crudo de fuentes no convencionales; la demanda creciente, soportada por los subsidios, de Asia, la debilidad del dólar, etc.
Pero si ese elenco de posibilidades bajistas o alcistas es complicado de prever con precisión y/o sin un alto margen de error, existe un elemento que sí puede ofrecer una explicación razonable del movimiento de los precios del oro negro en el horizonte del corto y del medio plazo. Si se considera que las inyecciones de liquidez realizadas por la Fed y la monetización del déficit presupuestario norteamericano terminarán por generar fuertes tensiones inflacionarias, la inversión en commodities es un instrumento atractivo para protegerse de ese riesgo. Este planteamiento se fortalece si se tiene en cuenta que los movimientos en los precios de las materias primas, petróleo incluido, coinciden con el repunte de los tipos de interés a largo en EEUU, que comienzan a reflejar la tasa de inflación esperada.
Los movimientos en el mercado de crudo muestran con una claridad meridiana la enorme incertidumbre que aqueja a la economía mundial. Quizá los especuladores se equivoquen, esto es, sus previsiones de un rápido y sostenido aumento de los precios del petróleo pueden ser erradas y, en consecuencia, perderán dinero. Sin embargo, su comportamiento expresa un hecho innegable: el oro negro será cada vez un recurso más escaso y, por tanto, caro en un mundo en el que la población crece y en el que, salvo un retorno a estrategias proteccionistas, las economías emergentes crecerán a tasas elevadas y, por tanto, demandarán cantidades crecientes de crudo. Desde esta óptica, la recesión de la economía mundial sólo ha logrado frenar temporalmente esa trayectoria.