
El Gobierno no dice la verdad cuando afirma que no ha subido impuestos. De hecho España es el único país europeo que eleva la presión en el IRPF.
Un incremento que es contrario a lo realizado en Austria, República Checa, Grecia, Letonia, Polonia y Noruega, donde se firman recortes fiscales para combatir la inflación y la pérdida de actividad económica. En dichos países se ha optado por bajar directamente tipos o por reducir la base imponible elevando los mínimos exentos. En España, por el contrario, se ha aprobado un aumento de dos puntos porcentuales en el IRPF para aquellos contribuyentes con ingresos anuales superiores a los 300.000 euros. Esta subida hace que el tipo marginal máximo del IRPF alcance el 54%, más de 10 puntos por encima de la medida europea, lo que sitúa a España como uno de los países que más grava la renta en los últimos tramos. Por si fuera poco, el Impuesto sobre las Ganancias de Capital por encima de los 200.000 euros también ha subido tres puntos porcentuales hasta el 26%. Estos incrementos rebajan la competitividad fiscal y alejan el interés de los inversores por un país que persigue la creación de valor para la economía en lugar de incentivarla.
España es el único país europeo que eleva la presión en el IRPF lo que daña la competitividad fiscal y la actividad económica
Además, y al contrario de lo que defiende el Ejecutivo, las alzas fiscales revelan la mayor presión impositiva que sufren los trabajadores y las empresas frente a sus homólogos europeos. A ello contribuye también la negativa de Hacienda a adaptar el sistema tributario al IPC, lo que supone un sobrecoste fiscal que en 2021 alcanzó 10.269 millones, es decir, 698 euros por contribuyente. España se aleja así en materia impositiva del resto de economías europeas, lo que frena la recuperación y la creación de empleo.