
La banca tradicional rectifica su posición inicial y ahora descarta ofrecer a los clientes inversión en criptomonedas.
Las entidades se unen así a las grandes gestoras de fondos que tampoco plantean ofrecer productos relacionados con las monedas digitales. Este rotundo rechazo del sector financiero es significativo, ya que no viene impuesto por las autoridades. Se trata por tanto de una decisión que los propios bancos toman por el elevado riesgo que el Bitcoin y sus derivados presentan. El sector adopta una adecuada prudencia al descartar todo contacto con un activo que es presa de la más caótica especulación y, por ello, inadecuado para los minoristas. Por si fuera poco, la falta de regulación también puede dar lugar a una avalancha de litigios contra los bancos.