Las bolsas cayeron en la sesión de ayer a ambos lados del Atlántico. En concreto, el S&P 500 estadounidense se dejó un 1,7%, y ya corrige un 4% desde máximos. Asimismo, el EuroStoxx 50 retrocedió un 1% y ya cede un 3% desde el 5 de enero, tras acumular ganancias del 50% desde noviembre de 2020.
Las caídas de la renta variable se deben a la tensión que genera el incremento de la rentabilidad en el mercado de deuda. Especialmente en el caso del bono a 10 años de EEUU, conocido como T-Note, que ayer ascendió por encima del 1,8% por primera vez desde el inicio de la pandemia del coronavirus. Este incremento, más el mostrado por el bono (Bund) alemán, que lleva días rozando el 0%, elevó el temor de los inversores a que la renta fija se convierta en los próximos meses en un reclamo capaz de atraer el dinero de las bolsas, especialmente de aquel invertido en activos de crecimiento y con mayor riesgo, como los tecnológicos. A pesar de ello, los analistas advierten de que una fuerte corrección en la renta variable solo podría darse si el T-Note se comporta como en 2018, cuando ofreció un retorno en el entorno del 2,5-3%. Alcanzar ese porcentaje supuso entonces una corrección del 10% del S&P 500, que ascendió al 20% al superar el bono la barrera del 3%. Solo un importante acelerón en la normalización monetaria de la Fed podría originar que el T-Note replicara aquellas rentabilidades de 2018.
El comportamiento de la deuda de EEUU tensiona los mercados y pone límites al incremento de la renta variable
Por tanto, aún no existen motivos para que se dé el pánico en la renta variable. Con todo, el inversor debe tener claro que la presión que la deuda está generando ya en los mercados está frenando la subida de la renta variable hasta el punto de estar cerca de agotar el recorrido alcista que la bolsa presentaba para este año.