La economía española registra una caída sin precedentes de la productividad, que sigue 6,6% por debajo de los niveles previos a la pandemia, pese al crecimiento del empleo en 2021.
Pero, precisamente, este incremento en el número de trabajadores se ha basado en el empleo público, tradicionalmente uno de los menos productivos. También en a la recuperación del sector servicios, especialmente en actividades como la hostelería. De hecho, a la economía privada aún le faltan recuperar 100.000 de los trabajadores que perdió durante la pandemia. Como consecuencia, las horas trabajadas aumentan más que la actividad, lo que refleja un descenso de la productividad de la mano de obra, algo inédito en nuestra reciente historia económica. Estos datos muestran que la economía española, que ya presentaba un serio problema de productividad antes de la pandemia afronta la recuperación no solo sin corregir el problema, sino agravándolo. La solución de 'hibernar' el mercado laboral mediante los Ertes pudo evitar una debacle laboral aún mayor en los primeros compases de la pandemia. Pero no se tomaron otras medidas, más allá de la retórica, para fortalecer a los sectores más productivos, de forma que fueran éstos los que tiraran de la recuperación del empleo. En lugar de ello, se recurrió a la misma solución simple que se ha adoptado en otras salidas de una crisis, apostando por el empleo público y los servicios. Aún peor, la modernización de la economía se confía a la promesa de los fondos europeos. Ésta política falta de un proyecto de futuro está dejando ahora a España sin el impulso de la productividad, que resulta imprescindible para no perder el tren de la recuperación real de la economía.