
El Gobierno tendrá preparada la segunda entrega del plan de digitalización empresarial financiado con los fondos de la UE en los primeros meses del próximo año. En esta ocasión, las ayudas consistirán en un cheque de 3.000 euros para los autónomos y pymes de menos de diez trabajadores.
Vaya por delante que la puesta en marcha de este plan es positiva, ya que con él se busca paliar el retraso que las pymes muestran en un aspecto clave para la economía actual, como es la transformación digital. No obstante, la configuración actual de estas ayudas presentan importantes lagunas que llevan al lógico escepticismo del colectivo de trabajadores por cuenta propia. Para empezar, existen dudas sobre la utilidad misma del plan para lograr su objetivo final de modernización empresarial. El problema está en el déficit formativo que en materia de digitalización presentan los propios autónomos y las micropymes. Esta carencia de los trabajadores a la hora de beneficiarse de las posibilidades de las herramientas digitales podría convertir en inútil la ayuda. El otro aspecto negativo que los autónomos destacan es aún más preocupante. Se trata de que la cuantía de las ayudas (3.000 euros), que son insuficientes a todas luces para lograr la completa digitalización de los pequeños negocios.
La escasez de las ayudas se presenta con el principal hándicap para el éxito del plan de digitalización para pymes
El interés del Ejecutivo por aumentar el número de beneficiados ha llevado a fijar una cantidad que no abarca ni de lejos las necesidades que una empresa necesita para digitalizarse. Sin duda, una mayor financiación a menos autónomos y micropymes se antoja positiva. Es preciso, por tanto, que en los meses que quedan hasta culminar el plan, se atiendan las reclamaciones de los autónomos y se mejoren aspectos claves de unas ayudas que, de momento, tienen un alcance reducido.