
Las condiciones actuales de financiación de la deuda española están muy lejos de parecerse a la pesadilla que eran hace una década.
Entonces, el Tesoro afrontaba las colocaciones más duras de la crisis, incluyendo la emisión de un bono de 23.000 millones al que los mercados le exigieron una rentabilidad de cerca del 7% en su primer tramo de 3.563 millones. Dicho cupón vence justo en enero de 2022 y su refinanciación supondrá un ahorro de 1.200 millones para las arcas públicas. Sirve este ejemplo para demostrar que ni la pandemia del coronavirus ha podido hacer mella en las excelentes condiciones de financiación de las que actualmente goza nuestro país. Es indudable que la política monetaria ultra-laxa del BCE hace posible que existen importantes alivios para la alta deuda pública española ya acumulada (1.419.416 millones, por encima del 121% del PIB). Uno es la refinanciación ya mencionada. Otros son el crecimiento del PIB y la alta inflación porque ambos contribuyen a que, desde un punto de vista contable, el valor y los costes del pasivo de las administraciones públicas bajen, y así se refleja en los nuevos presupuestos.
El endurecimiento de las condiciones de financiación supondrá una grave amenaza para España, debido a su alta deuda
Ahora bien, la alta inflación también está poniendo en apuros a los principales bancos centrales del mundo. Si los precios no cumplen las previsiones de estas mismas instituciones y no descienden antes del verano, los bancos centrales tendrán que acelerar sus programas de retiradas de estímulos y, a más largo plazo, preparar alzas de tipos de interés. Todo ello endurecerá las condiciones de financiación, lo que supone una grave amenaza para un país como España, con tan alta deuda y, lo que es aún más grave, sin una hoja de ruta por parte del Ejecutivo para reducirla.