
La negociación con los sindicatos del ERE en Unicaja Banco, la entidad nacida de la fusión de la antigua Unicaja con Liberbank, comenzó el mes pasado y todavía no se ha cerrado.
Sin embargo, es ya posible afirmar que ese expediente de regulación de empleo no será la única medida de ajuste de plantilla que tendrá lugar en el nuevo banco. Como ha sido frecuente en el sector financiero en los últimos años, Unicaja también recurrirá a un plan de prejubilaciones en el que, según los primeros cálculos, se incluirían 1.200 personas, el doble que las previstas para el ERE aún abierto. El ajuste de plantilla total, sumando los efectos de las dos vías por las que actuará, supondrá un recorte de 2.700 empleados, el 28% del equipo del que Unicaja Banco dispone actualmente. Se trata de cifras abultadas, pero plenamente justificables. Nadie duda de que la fusión generará sinergias, ahorros y mejoras de eficiencia. No obstante, también plantea nuevas tareas como la necesidad de cerrar las cerca de 300 oficinas de los bancos fusionados que ahora se solapan, en un contexto en el que los usuarios cada vez demandan en menor medida los servicios de las sucursales físicas. Pero, sobre todo, debe atenderse el reto todavía pendiente de elevar la rentabilidad sobre recursos propios de la nueva entidad. Su ROE se situará en entre el 5 y el 5,5% al cierre del presente año, según los analistas, y es necesario mejorar esos resultados. No en vano los costes de capital que afrontan las entidades de la eurozona está en el 10% y ésa es la meta a la que tiene que aspirar Unicaja Banco, y también otro banco recientemente fusionado como la nueva CaixaBank. Para ello, son todavía imprescindibles los ajustes en plantilla y oficinas.