Cuando las tropas norteamericanas acaban de abandonar Afganistán y con la toma del control del país por parte de los Talibanes, la inquietud por parte de la comunidad internacional no hace más que incrementarse.
A destacar que Afganistán es un país sin mar, rodeado de tierra y que entre otros vecinos tiene a Irán, Pakistán y a China. Cuenta con escaso desarrollo económico y cuando EEUU inició en 2001 su ofensiva en el país contaba con un PIB per Cápita de 127 euros siendo de los más reducidos de la zona debido al efecto que había tenido en el país el establecimiento del régimen Talibán 5 años antes, mientras que en 2019 (últimos datos disponibles) se ha incrementado hasta los 524 euros. Sus ingresos principalmente provienen de la agricultura y de la producción de opio donde es uno de los principales productores del mundo; mientras que gran parte de su población subsiste gracias a las ayudas que han ido llegado del FMI, EEUU, UE entre otros durante estos años; la corrupción no ha parado de crecer de forma significativa.
Pero si observamos con detenimiento su enclave en el territorio, podemos observar que la riqueza del país se encuentra en el subsuelo tal como determinan diferentes expertos, donde sabemos que existen reservas de petróleo, gas, litio, cobre, cobalto… entre otras. El establecimiento de un entorno seguro para llevar a cabo la explotación de estos recursos, pondría al país en órbita y colocaría al país como uno de los más ricos de la zona. Por dicho motivo países como China o Rusia ya han mostrado su interés en establecer contactos y reconocer al régimen Talibán para aprovechar la oportunidad que presenta para sus intereses geoestratégicos.
Pero antes del despegue del país, en el corto plazo debemos ver como evoluciona un país donde la falta de seguridad jurídica, la falta de infraestructuras y la incertidumbre política no han parado de crecer en los últimos tiempos. Para ello es necesario el cese de las hostilidades en el territorio y una seguridad jurídica que a día de hoy brilla por su ausencia debido al enquistamiento de la corrupción en los estamentos públicos.
Afganistán, debe dar un paso adelante y proporcionar los mimbres suficientes para que el futuro del país sea la inversión internacional más que los subsidios recibidos como son en la actualidad, donde la mayoría de ellos se encuentran congelados a la espera de que el Gobierno entrante lance señales que tranquilicen a los organismos internacionales.
La retirada de los EEUU ha dejado el poder en manos de los Talibanes, que han recuperado el poder, pero sin olvidar que existen tribus rivales y que debido a la problemática que presenta el terreno donde las cuevas y galerías existentes beneficia la lucha cuerpo a cuerpo, siendo uno de los principales motivos que han llevado a que los Talibanes saliesen vivos después de casi 20 años de asedio; con la ayuda de terceros países pueden armarse para hacerles frente y enquistar por un largo período la inestabilidad en la zona. Con éstas, no podemos obviar el problema latente de los Grupos Terroristas que están implantados en la zona; donde Al Qaeda y el ISIS tienen mucho que decir en el complicado tablero afgano.
Ambos grupos han llamado a la Guerra Global. Al Qaeda ha estado ligada a los Talibanes tal como se ha demostrado y la línea que los separa es muy fina, si bien con el acuerdo firmado en 2020 en Doha entre estos últimos y el Gobierno de EEU liderado por Trump es de suponer, sobre el papel, el rechazo por parte de ellos del terrorismo que abanderaron años atrás. Por otra parte el ISIS, rival de Al Qaeda no está muy por la labor de favorecer la paz en el país y ya ha alzado la voz llevando a cabo sus primeros atentados terroristas durante los últimos días de la presencia internacional en el país con diversos atentados en la zona cercana al aeropuerto de la capital donde se amontonaban ciudadanos con la intención de huir del país; ahora que la situación es inestable puede encontrar la situación ideal para favorecer al país en el más absoluto caos, ya que según diversos observadores internacionales cuenta con diversas células durmientes preparadas para actuar en cualquier momento.
Este horizonte tan inestable se traducirá en un hundimiento del PIB per cápita debido a que la recuperación de los últimos años en una economía básicamente rural, el crecimiento económico más que en la inversión se ha basado en los subsidios que han recibido muchos ciudadanos afganos y qué con la inestabilidad no se recibirán a corto plazo. Por otra parte, la inversión internacional no llegará hasta que el Gobierno Talibán, no muestre señales de estabilidad y de credibilidad frente a los inversores. Por último y no menos importante, un conflicto en la zona, se traducirá en un elevado número de bajas inocentes; aquellos que no han tenido otra salida que quedarse en un país asolado por una situación que se vuelve a repetir de forma recurrente desde 1978 cuando estalló la Guerra de Afganistán y que supuso la semilla de la que es hoy la situación del país.