
El presidente Pedro Sánchez inauguró el curso político con un acto de marcado carácter económico, no sólo por la asistencia de los primeros ejecutivos de varias de las principales empresas españolas (con especial protagonismo de las eléctricas).
Además, Sánchez eligió este foro para lanzar mensajes de tanto calado para el mercado laboral como la "subida inmediata" del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). El presidente ni siquiera espera a la reunión que Trabajo mantendrá el lunes con sindicatos y patronal para dejar claro que el alza es ya segura, con independencia de las protestas de las organizaciones empresariales. Sin duda, las cuantías que se manejan para los futuros incrementos son pequeñas (hasta 19 euros en este año y 31 euros tanto en 2022 como en 2023), pero esa realidad no justifica que se haga oídos sordos a los argumentos de las patronales. Aunque los nuevos incrementos sean ahora reducidos, el problema estriba en que el avance acumulado del SMI desde 2019 ha sido cuantioso y demasiado rápido, hasta el punto de que generó destrucción de empleo ya en su primer año de aplicación, como mostró el Banco de España. Además, la nueva subida del Salario Mínimo llegará en un momento crítico para miles de empresas, todavía convalecientes tras más de año y medio de crisis y enfrentadas a unos costes laborales ya muy altos. A todo ello se suman actualmente los encarecimientos que soportan en sus suministros energético y de materias primas.
El Gobierno, sin esperar a la reunión del lunes con patronal y sindicatos, impone la subida "inmediata" del SMI
El aviso de las patronales, acerca del perjuicio que amenaza a la creación de empleo, debe tomarse en serio, en lugar de crear un negativo precedente en el diálogo social al quitar toda relevancia a los argumentos de una de las partes.