
El tipo medio al que las hipotecas se comercializan en nuestro país continúa con sus descensos, hasta situarse ahora en el 1,59%. Ese diferencial implica que este tipo de préstamos se sitúan ya incluso por debajo de la media europea del 1,6%.
Se trata de un hecho atípico en los últimos años para nuestro mercado; por ello, da idea de la intensidad que ha alcanzado la contienda entre las entidades para captar clientes en este segmento. Conviene, sin embargo, no precipitarse a la hora de establecer comparaciones entre la situación actual y las guerras hipotecarias del pasado, sobre todo las previas a la crisis de 2008. El mercado ha cambiado mucho desde entonces, ya que ahora existen nuevos competidores, como los bancos nativos digitales, con costes fijos muy bajos y, por tanto, alta capacidad para reducir sus precios. Aún más importante es la gran importancia que las hipotecas a tipo fijo han ganado desde 2019. Esta modalidad, fomentada por la nueva Ley Hipotecaria, ofrece más seguridades tanto a los clientes como a las entidades en unos créditos a tan largo plazo y evita que se repitan los errores propios de la anterior crisis inmobiliaria. Sin embargo, la mayor diferencia con respecto a aquella burbuja radica en que la demanda actual de hipotecas cuenta con mayor solvencia que entonces, reforzada además por el impulso que los confinamientos imprimieron al ahorro privado.
Las rebajas de los diferenciales se sustentan en una demanda de inversión más solvente y fiable que en el pasado
Es por ello comprensible que los bancos centren sus mayores esfuerzos en un tipo de préstamos que han resistido muy bien la pandemia y son muy valiosos a la hora de compensar la incertidumbre en otros negocios, en especial la financiación del consumo. En sus condiciones actuales, puede afirmarse que ésta es una guerra hipotecaria más segura.