
En medio de la evacuación de diplomáticos de Afganistán, China mantiene activa su embajada en Kabul y abre la puerta a reconocer al régimen talibán.
No se trata de una mera anécdota; muy al contrario guarda estrecha relación con otro hecho, aparentemente muy alejado, como la regulación que Pekín ultima para la economía digital. Son dos caras de la misma política. Por un lado, gracias a las nuevas leyes, China ejercerá un mayor control sobre sus grandes tecnológicas.
Por otro lado, la mano tendida en Afganistán puede dar acceso a los ricos yacimientos que el país posee de tierras raras, fundamentales para producir desde móviles o coches eléctricos. Todo se orienta así a cimentar el liderazgo tecnológico global que China persigue.