
Nadie duda de la popularidad del fútbol y de su capacidad para generar negocio. De hecho, y teniendo en cuenta los 2.700 millones que CVC está dispuesto a invertir por el 10,9% de LaLiga, la competición nacional se colocaría como la séptima empresa del Ibex por capitalización bursátil, en caso de que cotizara.
Su valoración sería de aproximadamente 24.770 millones, con lo que estaría por encima de firmas como Telefónica o Endesa. El problema es que a pesar de su enorme potencial, la gestión de los equipos dista mucho de estar profesionalizada. Un buen ejemplo en este sentido es la imposibilidad manifiesta del FC Barcelona para retener a Lionel Messi, aunque ambas partes estaban de acuerdo en que continuara en el club. La causa está en las pérdidas de 487 millones que hacían imposible asumir el contrato del jugador. La negativa de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, al acuerdo firmado por CVC con LaLiga por intereses personales (el fallido proyecto de la Superliga europea) y su guerra con Javier Tebas, presidente de LaLiga, es otro buen ejemplo de esa profesionalidad que el fútbol requiere. En este contexto, la entrada de CVC en la competición serviría para sanear las dañadas arcas de los equipos. Pero, además, constituye una vía para lograr la transformación de LaLiga en una compañía global profesionalizada de entretenimiento digital. Tanto es así que el proyecto liderado por Tebas con apoyo de CVC de trocear los derechos de fútbol en televisión para ingresar más dinero supone un primer paso que pondría en valor el millonario seguimiento que el fútbol ostenta.
Dividir los derechos de televisión del fútbol, una decisión acertada que aumentaría los ingresos de la competición
La competición nacional está, por tanto, ante una oportunidad perfecta para recuperar el terreno perdido ante rivales como la Premier League.