
Trabajo renuncia a su polémico intento de que, en situaciones de crisis, las empresas estén obligadas a dar prioridad a las reducciones de jornada frente a los despidos.
Con la retirada de esta especie de Erte forzoso, el Ministerio busca volver a tender puentes con CEOE, pero las reticencias de la patronal son la mejor prueba del escaso alcance de los pasos que da el Gobierno. Así, las empresas seguirán teniendo muy limitada su capacidad de hacer cambios en su plantilla en momentos de crisis, frente al poder que ganan los sindicatos, con las modificaciones en el Estatuto de los Trabajadores que el Ministerio continúa defendiendo. Las empresas se ven así privadas de una flexibilidad sin la cual será imposible que superen la crisis.