
La industria del automóvil es la protagonista del primer Proyecto Estratégico para la Recuperación (Perte), ligado a las ayudas europeas, que anuncia el Gobierno, y destinado a movilizar una inversión total de 24.000 millones hasta 2023.
Esta prioridad no sólo se explica por el gran peso de este sector en el PIB español. Además, lejos de ser un enemigo de la transición energética, el automóvil será el principal campo de aplicación de tecnologías tan prometedoras como la electrificación. Resulta por ello urgente que nuestro país palíe el gran atraso en la producción de vehículos enchufables que sufre. El Perte anunciado por el presidente Sánchez plantea objetivos como desarrollar la red de puntos de recarga o impulsar el Plan Moves para adquirir vehículos eléctricos y la inversión en iniciativas de movilidad sostenible. Con todo, el núcleo del proyecto lo constituye la construcción de la primera fábrica de baterías de la que España dispondrá. Desde marzo está constituido el consorcio público-privado que la desarrollará, pero el Perte no ofrece más detalles sobre su puesta en marcha. Es cierto que se trata de una iniciativa de gran complejidad, que rebasa el sector automovilístico e incumbe también a eléctricas, telecos o incluso empresas mineras; de hecho, la búsqueda de nuevos socios está abierta.
La primera factoría de baterías para coches eléctricos de España es vital para paliar el retraso del sector en este ámbito
Con todo, conviene que se concreten aspectos básicos todavía discutidos, como cuál será la ubicación definitiva de la infraestructura, ahora objeto de debate entre varias autonomías. España aspira a un ambicioso objetivo de producción de coches eléctricos (muy superior a las apenas 56.000 unidades anuales de ese tipo que ahora genera) para lo que resulta vital que la futura factoría de baterías comience a desarrollarse.