¡Buenas noticias que levantan los ánimos e insuflan optimismo a raudales! Casi todo arreglado y sin problemas. Había que esperar al proyecto "España 2050" para darnos cuenta de la impecable gestión que nuestro gobierno hace de la economía. Meses atrás ya captamos el enorme potencial cuando se presentó "España puede". España será una auténtica flecha en 2050. Dentro de 30 años nuestra tasa de paro será del 7%. ¡Eso sí es notición! Porque 30 años pasan en un abrir y cerrar de ojos comparados con la eternidad. No importa que nuestro paro hoy sea del 16%, el oficial, porque el real, computando todo lo computable, excede sobradamente del 20%. Es decir, en 2050 España tendrá una tasa de desempleo que es la que hoy tiene en promedio Europa.
El único pero que subrayar es que en 2050 no sé quiénes quedarán por nuestro suelo patrio ni dónde estará nuestra economía que gradualmente va perdiendo fuelle en el concierto internacional. Si en 2003 y 2004 España era la octava potencia económica, hoy andamos por la zona baja del Top-20. Y si no variamos nuestro rumbo, otros países, sobre todo varios de los incluidos en el grupo de las economías emergentes y en desarrollo, nos irán avanzando y en 2050 descenderíamos a la segunda división de la gran liga económica mundial. O sea, que de la posibilidad de que la economía española dentro de 30 años compita en la Superliga, de no mediar un giro copernicano, nada de nada. Más bien esto apunta, al margen de boyantes planes estratégicos como "España 2050" a que seremos colonia en manos de capitales extranjeros.
Una cosa es una presentación a bombo y platillo, pongamos que del famoso Plan de Recuperación del que hasta hoy no hemos visto nada tangible y ni un solo euro, y otra cosa es que el programa y la aplicación de tal Plan de Recuperación convenza y cristalice. Como lo de la España 2050. Personalmente, me inclinaría más por concentrar esfuerzos en la España 2021, que está estrujada.
La agencia de calificación Moody´s duda sobre la capacidad de que el Plan de Recuperación permita un crecimiento que nos haga salir del agujero de la Covid-19. En España, nos encontraremos con las contrariedades habituales: una Administración que no funciona, con el inconveniente de la descentralización con cada autonomía pendiente de qué parte del pastel le toca, burocracia a mansalva que dinamita cualquier atisbo de agilidad junto con toda la caterva de interminables trámites de rigor que destilan las esencias de la vieja España decimonónica… Por consiguiente, cabe entender que la interpretación que se hace sobre las perspectivas de las en teoría benefactoras consecuencias de tal Plan de Recuperación y de los fondos procedentes de Europa quedarían engullidas por la maquinaria de una Administración con tanta vis política y nada efectiva.
En fin, que las agencias de calificación al igual que Wall Street no ven que la solución para que la economía española remonte el vuelo sea el Plan de Recuperación, del que todavía no hemos visto ni un céntimo. Y de no ver, tampoco hemos visto ni un solo euro de las birrias de las ayudas a empresas y autónomos de 11.000 millones que hace cosa de dos meses el gobierno anunciaba con postín. Igual es que van en el programa de España 2050…
A todo eso, y reconociendo que soy un pelmazo al respecto, el Banco Central Europeo advierte sobre el riesgo de sostenibilidad de la deuda soberana española que ya alcanza el 125% del PIB y con una economía muy sensible aún a las bofetadas del virus. Y en tanto el Banco Central Europeo expresa sus reservas al respecto, en el seno de la Reserva Federal estadounidense se palpan divergencias ante el repunte de la inflación y entra en juego la posible retirada de estímulos monetarios. Y las cosas se agitan más con el desplome de los criptoactivos y del bitcoin: las aguas bajan turbias…