
Los analistas anticipan un peor escenario para el único sector, el propio de las grandes tecnológicos, que se mostraba por completo inmune a la crisis. La tormenta perfecta parece confluir ante las expectativas de que el consumo interno desacelere en EEUU mientras una regulación más estricta e impuestos más altos amenazan a estas multinacionales.
Con todo, la previsión de que sus ventas aún crezcan un 66% a escala global en 2023 se mantiene indemne. No es una paradoja; es la consecuencia que cabe esperar de unas empresas que ya no constituyen un sector económico sino una potencia global a la altura de EEUU y China. Con una fortaleza así, resulta muy precipitado asegurar que su capacidad de resistir a la crisis y seguir creciendo ya tocó techo.