
El contraste entre el Plan de Recuperación del Gobierno y el informe anual del Banco de España no podría ser más contundente. La hoja de ruta para afrontar la crisis del Ejecutivo ha sorprendido por la primacía de las alzas de impuestos sobre las verdaderas reformas, la ausencia de un plan de reducción del déficit público y la deuda (como la AIReF lamentó) o las dificultades que plantea a las empresas en ámbitos tan relevantes como la legislación laboral.
Frente a la intención de Trabajo de generalizar, por decreto si hiciera falta, el contrato indefinido e imponer nuevas limitaciones al despido, el Banco de España defiende la reforma de 2012 y la flexibilidad que las empresas aún necesitan. El regulador no duda en demandar un contundente recorte de los costes del despido, compensado por la implantación de mecanismos capaces de proteger al trabajador a lo largo de toda su vida activa como la mochila austríaca. Igualmente importante es la llamada de atención ante el peligro que supone dejar que la deuda y el gasto públicos se eleven fiando su sostenibilidad a los estímulos del BCE. Ante tan temeraria actitud, el Banco de España aboga por revisar la eficiencia de todos los desembolsos de las Administraciones. En cuanto a los ingresos fiscales, la institución reclama cautela en toda subida de impuestos y "revisar antes la legislación internacional", en clara alusión a los daños de aplicar unilateralmente las tasas Google y Tobin.
El informe anual del Banco de España marca adecuadamente las líneas que deberían seguirse para superar la crisis
Pero aún más valiosa es la llamada de atención del Banco de España ante los profundos efectos que la crisis tendrá en los próximos años y que obligan a impulsar reformas en múltiples áreas (educación, pensiones, vivienda, políticas de empleo...) cuyo mero planteamiento está aún pendiente en España.