El presidente de EEUU, Joe Biden, sorprende al abogar por suspender temporalmente las patentes de las vacunas anti-Covid. Abre así un importante debate al que incluso la UE, hasta ahora contraria a esa medida, se ve arrastrada.
En esa discusión nadie negará que urge acabar con el desabastecimiento que sufren los países en desarrollo. Con todo, resulta muy cuestionable que la supresión de patentes lo solucione. En nada contribuye esa medida a paliar la escasez de reactivos, a escala global, que se necesitan para sintetizar las vacunas. Es más, no debe olvidarse que se trata de unos productos de última generación que exigen una transformación radical de los laboratorios farmacéuticos ahora existentes. Al desproteger la propiedad intelectual, sólo se ponen trabas a esas inversiones.