
Ya hay más de 2 millones de personas en el mundo y más de 7.500 en España cuya profesión es influencer, es decir, vivir de publicar contenidos en plataformas como YouTube, TikTok, Twitch, Instagram o Facebook. Este fenómeno, que comenzó hace unos años cuando YouTube decidió repartir sus ingresos publicitarios con los creadores de los vídeos en los que aparecía publicidad, ha crecido a un ritmo tan vertiginoso que actualmente existen más plataformas y oportunidades para generar ingresos que las que una persona puede aprovechar.
Es por ello que se ha desatado una competición entre todas redes sociales para ver quién puede ofrecer más beneficios a los creadores de contenido, porque saben que su presencia es fundamental para atraer usuarios y conseguir que estos pasen el mayor tiempo posible en su plataforma. Así, prácticamente en todas ellas se han establecido dos modelos de monetización. Por un lado, y siguiendo el ejemplo de YouTube, poniendo anuncios en los vídeos de los influencers y pagándoles por ello. Y, por otro, activando funcionalidades para que los fans puedan apoyar económicamente al creador mediante suscripciones mensuales o a través de regalos virtuales. Además, algunas incluso están comprando contenidos en exclusiva de los talentos más reconocidos o les están contratando para que publiquen vídeos en su plataforma o formen parte de sus producciones propias.
Aun así, esa competición no tiene un claro ganador porque -y eso es lo más fascinante de este mercado y algo que hemos visto en todos nuestros años de experiencia en el sector- el influencer normalmente no elige la que más dinero le genera, sino la que más rentabilidad le da en términos de ingresos frente a tiempo dedicado y, especialmente, la que más le gusta y en la que más cómodo se siente creando contenido.
Y es que los influencers trabajan en "economía de la pasión", en convertir un hobby en un negocio. Si bien es algo que para muchos podría considerarse una utopía, la realidad es que miles de creadores lo han conseguido, pues esta profesión está completamente abierta a cualquiera que lo intente y los beneficios si triunfas pueden ser muy sustanciosos. Por ello ahora los influencers contratan a empresas que, como nosotros, les ayuden a rentabilizar al máximo sus contenidos y así poder centrarse en lo que más les gusta.
Esta profesión se suele comparar con ser futbolista, actor o cantante; tanto por el dinero, como por la fama que se puede conseguir. Pero la principal diferencia, y de ahí que sea uno de los trabajos más aspiracionales para los jóvenes, es que si bien para esas profesiones necesitas que una empresa o un club te dé una oportunidad y apueste por ti; el creador de contenidos solo depende de su capacidad para conectar con una audiencia. No digo que esto sea fácil, ya que requiere de mucho talento, esfuerzo y suerte, pero es una oportunidad al alcance de cualquiera. Las plataformas son completamente horizontales y todos podemos crear contenidos y convertirnos en influencers. Y eso sí que es un potente elemento motivacional.