
El desafío que doce de los principales equipos de fútbol lanzan a a la máxima autoridad de esta competición en Europa, la UEFA, crea una convulsión que rebasa las fronteras del deporte.
Tras la creación de la Superliga como alternativa a la Champions League, se esconde la legítima lucha de los grandes clubes por tener un mayor control sobre los multimillonarios ingresos del fútbol. Se trata de un órdago de los clubes al que la UEFA responde con otra posición maximalista, amenazando con vetar a esos equipos en sus torneos. Ambas posiciones son a la larga difíciles de sostener y tendrán que llegar a un pacto. Con todo, mientras dure la lucha, añaden más inestabilidad a una actividad muy golpeada por la crisis, que (sólo en España) equivale al 1,37% del PIB.