
La cifra definitiva de déficit público registrada en 2020 se sitúa en el 10,9%, por debajo del 11,3% previsto. Pese a esa mejora, las cifras ofrecen pocos motivos de celebración. El desplome de los ingresos fiscales se vio parcialmente mitigado por las persistencia de medidas excepcionales como los Ertes.
Pero esos mecanismos de nada sirven para el Impuesto de Sociedades, cuya recaudación cae un 33%. Sobre esta base, y ante la persistencia de la crisis, resulta aún más increíble la previsión de fuerte avance en este impuesto, y también del IVA, sobre la que se elaboraron los Presupuestos de 2021. Otra de sus bases, la llegada de las ayudas europeas a partir de abril, tampoco se cumplirá. Todo apunta así a que el desequilibrio de las cuentas públicas no alcanzó su techo.