
La semana pasada el mercado mayorista de nuestro país de electricidad vivió una auténtica paradoja. Las plantas españolas de renovables produjeron un importante volumen de energía que no se utilizó.
En su lugar, la red se vio alimentada por electricidad proveniente de Francia. Como es sabido, el sistema da prioridad a las fuentes de generación más baratas, y se da la circunstancia de que la energía importada tiene un menor precio porque no está gravada con el impuesto del 7% que soporta la generación en España. Resulta comprensible el rechazo que ese tributo provoca en el sector. Lo ocurrido este mes evidencia que puede distorsionar el mercado hasta el punto de que las plantas españolas de renovables no sean competitivas en su propio país.