
Observando el comportamiento de los últimos meses de las economías europeas, es cada vez más evidente la diferencia entre los países que pueden permitirse cerrar por completo sectores productivos enteros para atajar el avance de la enfermedad frente a otros que no pueden hacerlo. Más allá de que se considere más adecuado o menos el método del confinamiento, las medidas que adoptan los países están condicionadas por tres factores relevantes: el primero, el grado de necesidad de movilidad de los ciudadanos entre territorios; el segundo, la capacidad de resistencia que tienen los diferentes sectores productivos para "aguantar" durante varias semanas o meses sin trabajar o trabajando a un rendimiento muy bajo; y el tercero y último, el ritmo de avance de la vacunación y a las tasas a las que se está propagando el virus, incluso la "inmunidad de rebaño".
Con respecto a la primera cuestión, la facilidad a la hora de limitar el movimiento de las personas cambia pasando de un país a otro por la necesidad de desplazarse por motivos profesionales, pero también por relaciones personales y, lo que es más importante, el modelo de organización social en cuestiones como la concentración de población en grandes ciudades frente a demografía más distribuida en el territorio. Según los datos de movilidad que ofrece Google, observamos una mayor dependencia en casos como el español de movimientos hacia afuera de casa, especialmente de relacionamiento social y la actividad económica asociada a ésta, la cual tiene un elevado peso sobre el PIB. Precisamente este hecho está altamente correlacionado con la recuperación del PIB del tercer trimestre, tras una caída más fuerte y pronunciada que en otros países.
"Al ritmo actual, es probable que se consiga en ciertos territorios una "inmunidad de rebaño" a costa de un elevado número de muertos"
En cambio, en países como Alemania o Francia, la caída de la movilidad con respecto a 2019 se ha mantenido estable desde abril-mayo hasta diciembre, notándose en las últimas semanas el efecto de las restricciones más severas aplicadas, más en Francia que en Alemania, donde el mayor efecto que se está observando es sobre la movilidad laboral. En cualquier caso, las restricciones de movimiento están influyendo menos en la caída de la economía, tal como atestigua el último dato publicado de PIB adelantado de Alemania al cierre de 2020.
En segundo lugar, los sectores productivos están mostrando desigual capacidad de resistencia. La situación de partida en términos de endeudamiento, posición de tesorería, fondo de maniobra y capacidad de reducción de costes, es de extraordinaria relevancia para determinar si una pyme o un autónomo pueden sobrevivir durante un cierre prolongado. Según Atradius, en España la tasa de quiebras en términos interanuales puede dispararse hasta un 44% en 2021, siendo el país donde más crecería la mortalidad empresarial, incluso habiendo tomado medidas en los últimos años que ofrecían alternativas (leyes de segunda oportunidad, procedimientos concursales diferentes...). En cambio, en Dinamarca, Alemania o Austria, las quiebras bajarían hasta un 8%.
Finalmente, la capacidad de hacer llegar rápido la vacuna también está mostrando ritmos asimétricos en función de los países europeos. En este sentido, España está mostrando una mejoría notable en la llegada a los vacunados finales, pero con restricciones aún por determinar con la administración de la segunda dosis. Al ritmo actual, es probable que se consiga en ciertos territorios una "inmunidad de rebaño" a costa de un elevado número de muertos donde España sigue estando entre los países que más exceso de mortalidad presenta con respecto a las cifras "normales".
Por todo ello, la economía española tiene una capacidad muy limitada para encajar medidas que pudieran ser más restrictivas, hasta el punto de llegar a un segundo confinamiento total y al estilo de como se hizo en marzo con cierre de las actividades no esenciales. Países como Alemania y Francia que tienen un músculo financiero más robusto que el español (o al menos así será mientras el Banco Central Europeo siga monetizando la deuda pública europea) han redoblado sus esfuerzos fiscales para compensar económicamente lo que, en el fondo, es una restricción severa de derechos fundamentales.
En cambio, en España, renegociar los Ertes y asumir su coste mensual es una factura que en un plazo breve de tiempo va a pesar demasiado incluso volviéndose insostenible en términos de las cuentas de la Seguridad Social. Por todo ello, la economía española no puede aguantar un nuevo confinamiento estricto. Estudiemos formas alternativas para atajar los contagios, pero manteniendo en la medida de lo posible la actividad económica. El ejemplo ha sido Madrid en un sector tan afectado como es el del comercio minorista, siendo la única comunidad autónoma donde creció el índice general.