Varios de los servicios más demandados de Google se vieron ayer temporalmente suspendidos. Es el caso de la plataforma audiovisual YouTube, del sistema de correo electrónico GMail y de la plataforma de acumulación de datos en la nube virtual Drive, todos ellos usados a diario por millones de internautas a escala mundial.
La situación se debió a un "problema de cuota de almacenamiento" interno, según explica la multinacional, que pudo solucionar tras una reparación de una hora de duración. La brevedad de ese intervalo de tiempo no debe restar gravedad a lo ocurrido. De hecho, los expertos lo califican como un primer aviso de lo que supondría un colapso generalizado en la operativa sobre la que se sostienen las redes de internet en su conjunto. Google tiene un peso fundamental desde este punto de vista, en su calidad de principal (y en numerosos casos única) puerta de acceso hacia todos esos protocolos a escala global. Como ayer se vio, cualquier problema que sufra su operativa interna tendrá consecuencias automáticas sobre millones de particulares y empresas. Se hacen así evidentes los riesgos derivados de una posición dominante de esa envergadura por parte de una sola empresa en el funcionamiento de un sistema tan vasto como el que internet constituye. Pero más preocupante aún es el hecho de que quedan en evidencia las vulnerabilidades de su seguridad, lo que abona las opciones de un ciberataque contra la empresa, capaz de tener consecuencias a escala planetaria.
La suspensión temporal de los servicios de la multinacional es un aviso de lo que un colapso de internet supondría
Una acción de los hackers de este tipo constituye la mayor amenaza que puede enfrentar la economía global en el inmediato futuro, capaz de imponer una parálisis del comercio y de la producción aún mayor que la derivada de la pandemia.