
Los indudables obstáculos que la fusión entre BBVA y Sabadell afronta desde su inicio empiezan a materializarse. El descontento del banco catalán con la oferta (cerca de 2.500 millones) es patente desde entonces.
Pero aún más complejo es el reparto de poderes, especialmente debido a la demanda de una copresidencia por la que abogan el Banco de España y el BCE. A primera vista podría parecer incoherente que se pongan condiciones a una fusión bancaria de esta envergadura. Máxime en el caso del euro banco que ha sido el gran adalid de este tipo de operaciones como solución para el sector financiero ante la crisis. Pero el BCE es coherente al reclamar garantías de estabilidad ante la incertidumbre que sobre el actual presidente de BBVA (Carlos Torres) supone la investigación aún abierta sobre los vínculos del excomisario Villarejo con el banco. A pesar de ello, todo apunta a que Torres rechaza la copresidencia, más aún considerando que BBVA nunca dio por hecha la fusión. La mejor prueba radica en que, desde su inicio, su CEO Onur Genç aseguró que la entidad manejaba otras opciones para emplear la cuantiosa inyección de recursos recibida por la venta del negocio de BBVA en EEUU (7.100 millones). Es obvio que entre esas opciones está tomar todo el capital de Garanti, como desea el consejero delegado del banco azul. Pero constituye una alternativa muy arriesgada. La apuesta personal de Francisco González por ese país emergente ya generó problemas a BBVA en el pasado. Por eso, Genç aboga por recapitalizar la entidad financiera.
A pesar de las dificultades de la fusión con Sabadell, reforzar la posición en Turquía puede salir caro al banco vasco
El presidente del BBVA tiene la deuda hamletiana de aceptar las peticiones de Oliu o las de su consejero delegado, lo que coloca la negociación con Sabadell al borde del precipicio.