
Desde ayer Madrid capital vuelve a encontrarse bajo estado de alarma. No debe restarse gravedad a esa decisión de Sanidad, alegando que las restricciones distan ahora de ser tan severas como las que rigieron entre marzo y junio.
Había opciones para encontrar un equilibrio entre las posiciones del Ejecutivo central y el Gobierno autonómico, ante la indudable urgencia de contener la pandemia en esta autonomía. La fórmula de restricciones por áreas sanitarias de la presidenta Ayuso presentaba una flexibilidad cuyas ventajas debieron valorarse. Se habría propiciado así un balance entre las prioridades médicas y la necesidad de no infligir más daños a la economía. Ahora el cierre completo de la ciudad amenaza con mayores perjuicios al conjunto del PIB español.