
Rentabilidad y sostenibilidad ya no transcurren por caminos separados. Viejos enemigos que se dan la mano. Así lo refrendan las últimas tendencias en materia de inversión. Empresas, gobiernos e inversores apuestan cada vez más por los criterios de sostenibilidad en su toma de decisiones. La versión cortoplacista en la gestión de las finanzas parece ya no ser tan apetecible. Algo parece estar cambiando: la concienciación de las personas por el cambio climático está aumentando y también la implicación de las empresas por contribuir a mejorar nuestra sociedad. Esto ha originado, desde hace ya algunos años, la aparición de unos fondos de inversión socialmente responsable (ISR) que tienen en cuenta los siguientes criterios:
Medioambientales: El impacto ambiental, se prima las empresas que reducen sus niveles de contaminación o emisiones de carbono. Sociales: Considera cuestiones que inciden en la comunidad, es decir, relacionadas con la discriminación o respeto a los derechos humanos. Gobierno corporativo: Abarca cuestiones como la estructura de los consejos, las remuneraciones de los directivos, derechos de los accionistas, relación entre éstos y la administración de las compañías o transparencia, entre otras.
El principal criterio que se tiene en cuenta en este tipo de fondo es el medioambiental y se ofrece un rendimiento en el largo plazo que suponga un impacto social positivo. Además, las gestoras de estos fondos excluyen a firmas cuya actividad esté relacionada con armas, trabajo infantil o no compran deuda gubernamental de países altamente contaminantes o gobernados por dictaduras.
El crecimiento de estos fondos viene particularmente impulsado por los millennials. Según un estudio de Morgan Stanley, el 95% de los encuestados pertenecientes a esta generación, los nacidos entre 1981 y 1996, mostraron fuerte interés en estos fondos. Otro aspecto destacable es que los inversores contemplen la inversión sostenible como más resistente a situaciones críticas y globales, como la que vivimos en la actualidad con el Covid-19. Además, muchos de estos fondos sostenibles superaron en rentabilidad a sus comparables fondos tradicionales. Por ejemplo, si comparamos la rentabilidad de la renta variable mundial indexada socialmente responsable con el índice general, vemos que la inversión socialmente responsable ha sido más rentable durante el periodo analizado (obteniendo casi un punto más de rentabilidad anual, concretamente un +0'97% cada año).
Este dato hace que si invertimos 10.000€ en el MSCI World durante ese tiempo se conviertan en 18.407€, pero el mismo importe eligiendo el fondo socialmente responsable se transforman en 20.705€. Conseguimos al cabo de doce años y ocho meses, 2.298€más de beneficio y con una inversión moralmente más satisfactoria. Si unimos beneficios estables con satisfacción de actuar a favor de una sociedad mejor, este tipo de inversión podría fusionar dos extremos que parecían lejanos. Rentabilidad y sostenibilidad pueden ir de la mano. De hecho, si tenemos la elección de invertir en una firma o en otra, ¿no parece más atractivo e inteligente hacerlo en aquella que sea más responsable, pudiendo recibir a largo plazo más beneficios? Estos fondos son una invitación para acercarnos una normalidad más sostenible. El camino ya está abierto.