
La banca española trata de parapetarse ante la crisis generada por la pandemia con 16.000 millones en provisiones, más del doble del volumen que las entidades venían destinando a esta partida. Debe valorarse el esfuerzo que supone la red de seguridad que los bancos españoles plantean. Se trata de una medida adecuada para responder a los efectos que la crisis ya genera y que lleva al sector a presentar unos números rojos de más de 10.000 millones en el semestre. No obstante, el colchón de seguridad actual de la banca podría no ser suficiente para hacer frente a otro parón de la actividad económica. Es un escenario que no se debe descartar ante el temor que existe a que los rebrotes obliguen a nuevos confinamientos en el futuro. Las consecuencias que para las entidades tendría llegar a esta situación son impredecibles. Pero es evidente que el mayor volumen de impagos pondría en dificultades a los bancos, especialmente a los pequeños y menos internacionalizados. Más aún si se tiene en cuenta que el gran problema del sector, el aumento de la rentabilidad, es materialmente imposible de obtener mientras los tipos de interés sigan en mínimos.
Por ello, resulta lógico que surjan voces que anticipen la pronta llegada de una nueva ola de fusiones al sector, como la del vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. También es comprensible que entidades como Bankia, que rechazaban procesos de concentración, cambien de posición y se abran a negociar. Sin duda, los ahorros que los bancos obtienen por las sinergias de fusionar sus estructuras serán imprescindibles para enfrentarse a la tormenta perfecta que para el sector supone la persistencia de la política monetaria actual y el posible empeoramiento de la economía.