
Bruselas eliminará un indeseado efecto colateral de la directiva sobre mercados Mifid II. Esa norma revolucionó el análisis financiero al obligar a precisar cuánto cuesta ese servicio y quién lo paga en exclusiva: las gestoras o los clientes.
Las gestoras prefieren asumir el coste pero, para minimizarlo, trabajan sólo con casas de análisis globales. Por ello, los asesores de menor tamaño desaparecen y, con ellos, el seguimiento de muchas empresas. Sólo en España, 37 firmas del Mercado Continuo ya no están monitorizadas. El afán de Bruselas por acabar con este fenómeno está del todo justificado. Mifid nació para dotar de más transparencia a las transacciones financieras. Carece de sentido que su aplicación genere zonas de sombra en el mercado.