Opinión

Claves para el Día Después: las 5 T

Las empresas deben afrontar los necesarios cambios a los que obligará la era postcovid

¿Qué es el Día Después? Es el momento en que los efectos de la covid-19 sobre los negocios no sea generalizada ni determinante. Es decir, el Día Después es el momento en el que la normalización sobre la población y sobre los sectores comerciales sea una evidencia.

Por supuesto, el Día Después no es una fecha, sino un proceso, pero merece la pena intentar establecer un rango de fechas hipotético que estará supeditado a una serie de factores, principalmente sanitarios, que seguirán condicionando las previsiones.

Los términos a los que se financian las empresas cambiarán tras el covid

Pero sea cual sea el Día Después -ojalá más pronto que tarde- hay que abordarlo desde varias consideraciones previas que, a efectos de resultar didácticos, hemos catalogado como las 5 T. Vamos con ellas:

T1: Tregua. Hay empresas que están desapareciendo y sobre ellas hay poco que decir, más allá de lamentarlo. Pero las que han sobrevivido han cubierto sus urgentes necesidades de caja, principalmente gracias a la cobertura del ICO arbitradas para esta situación. Esto está concediendo al mercado algo de tiempo, precisamente hasta que llegue el Día Después. Un tiempo limitado, naturalmente. ¿Cuánto? Probablemente, no más de cuatro o cinco meses. ¿Se puede utilizar esta tregua? No para iniciar un proceso de reestructuración o de inversión, pero sí para prepararse y para gestionar internamente —información, caja y operaciones— todo aquello que será de utilidad para gestión externa después de la tregua.

T2: Transparencia. Entendida en todas sus acepciones, se trata probablemente de la necesidad más relevante para la empresa en reestructuración. En el Día Después, la empresa deberá asegurarse de que sus financiadores han entendido el impacto de la covid-19 en sus necesidades de financiación puntuales y estructurales, de los efectos en su modelo de negocio y, en consecuencia, de la estructura que será necesario mantener en adelante. Las empresas han de entender que, si bien el impacto de la pandemia es inicialmente de caja (lo que implica necesariamente el crecimiento de la deuda financiera neta), la vuelta del negocio a la normalidad y, por tanto, al ebitda sobre el que se mide esta deuda financiera neta, es un asunto más complejo. Esto es tan importante entenderlo como explicarlo. Muchas veces.

T3: Temeridad. Este término define con precisión lo que no debe ni puede ser un inversor. Aquel que piensa que el mundo de la inversión pertenece a los valientes y que estos están dispuestos a arriesgar su patrimonio ahora, en busca de gangas, se equivoca. El inversor profesional podrá navegar en aguas turbulentas, pero necesita visibilidad, entender expectativas y basar en ellas sus retornos. Y todavía estamos escasos de expectativas y la visibilidad de los negocios es reducida. Tanto que ni siquiera es suficiente una reducción desproporcionada de la otra variable que generalmente gestiona las expectativas: el precio. Por tanto, aquel que quiera atraer al mercado, que piense en la T anterior y en la siguiente.

T4: Templanza. Esta virtud, siempre necesaria, nunca lo ha sido más que ahora. No solo ayuda a resistir, sino que es fundamental para mantener la mente abierta a las soluciones que se han de estudiar y gestionar en la actual situación. Es fundamental para resistir en procesos de reestructuración que son necesariamente lentos. Es fundamental para negociar con bancos, que van a estar desbordados y por tanto con la capacidad de atención disminuida, y con los inversores, que tendrán más oferta y por tanto mayor capacidad de negociación. Es fundamental para persistir en los objetivos y, finalmente, para no tener la tentación de romper relaciones que tanto trabajo ha costado históricamente labrar. Es, por tanto, fundamental para tener éxito en el Día Después.

T5: Términos. Finalmente, la quinta T nos ha de recordar que el mundo ha cambiado. Y que, en consecuencia, los términos comerciales en su sentido más extenso van a cambiar de forma acelerada. Van a cambiar los términos de cobro y de pago. Van a cambiar los términos en los que se financian las empresas, tanto en cómo se presta y en quién lo hace, como en el coste de la financiación. Van a cambiar los términos en los que se mide el valor de la empresa, los múltiplos y los retornos exigidos por los financiadores. Van a cambiar los términos de mercado; cómo se llega al cliente, como se colabora con los empleados, cómo se construye el valor. Y esto, también hay que entenderlo bien y explicarlo mejor.

En resumen, el Día Después llegará más pronto que tarde, después de esta tregua. Enfrentémonos a él con transparencia, con templanza, asumiendo que la inversión que podemos necesitar no es temeraria —y que si lo es habrá que desconfiar de ella—, asumiendo que el mundo y los términos bajo los que nos regíamos hasta ahora han cambiado. Hay que estar preparados para ello y buscar cuanto apoyo sea necesario.

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