Opinión

Estrategias para la nueva normalidad dentro de las empresas

El empleado debe sentirse valorado y escuchado para remar en la misma dirección de la empresa en esta crisis

Estadísticamente hablando España es un país de alta aversión a la incertidumbre con 86 puntos sobre 120 según los estudios de Hofstede. La aversión a la incertidumbre habla de la ansiedad que sienten las personas por no poder controlar el futuro. Para reducir dicha ansiedad, estas sociedades (Grecia, y varios países de LATAM entre otros) se escudan en las rutinas, tienen baja movilidad geográfica, bajo nivel de emprendimiento, tienden a penalizar el error y encuentran en los procesos y en el trabajo "fijo" una panacea.

En el peor de los casos, el sueño del trabajo fijo mezclado con una paralizante aversión a la incertidumbre lleva a muchos empleados a soportar situaciones indignas, a jefes que no son lideres y a realizar tareas que, aunque mal hechas, prefieren hacerlas así que levantar la mano y errar. En estas compañías, el empleado no viste la camiseta de la empresa ni vive con orgullo su profesión. No hay brillo en sus ojos ni una ilusión profunda para levantarse en un nuevo día y acudir al trabajo.

Además, los comités de dirección en muchas ocasiones están formados por personas ya acomodadas en el puesto que se han acostumbrado a una rutina e inconscientemente a un "más vale malo conocido que bueno por conocer" o un "más vale pájaro en mano que ciento volando". Se han generado dinámicas politizadas en donde se contradice con tanta sutileza o tanto sarcasmo que el mensaje queda diluido.

En el mejor de los casos, la mayoría de los empleados está cómodo en su trabajo y aspira a mejorar, aunque con cierto nivel de sonrojo al proponer medidas que puedan ser percibidas como disruptivas. Hay quien en algún momento está incomodo, pero no moverá ficha hasta que la situación sea realmente comprometida.

En los comités de dirección de estas empresas puede verse cierta inquietud por innovar y mejorar. Se escuchan propuestas atrevidas, pero sin querer se dilata la toma de decisiones hasta tener "toda la información", contrastarla con los especialistas y analizar pros y contras antes de apostar fuerte por un cambio.

La expresión "nueva normalidad" reitera nuestra aversión a la incertidumbre y la constante búsqueda de una "normalidad refugio". Replanteémonos los peores escenarios:

Imaginemos que pueda haber más brotes de COVID-19 y más miniconfinamientos antes de que se cree una vacuna. Imaginemos que nuestro mercado se ha reducido al 30%. Imaginemos que permanecerá así durante los próximos tres años ¿Cuál es la estrategia más inteligente para nuestra empresa?

Solo limitando nuestra tradicional aversión al riesgo se podrán tomar las decisiones adecuadas

Afortunadamente hay compañías de las que podemos tomar ejemplo. Son empresas que alimentan una cultura de baja aversión a la incertidumbre en donde se promueve, de forma asertiva, la toma de decisiones con autenticidad y valentía buscando la implicación, adaptabilidad, autorresponsabilidad y alta energía positiva de todos los miembros de la organización.

En estos entornos lo que se observa es que tanto directivos como empleados se ponen en el peor de los casos, crean think tanks para explorar nuevas vías, crean células de experimentación con proyectos piloto para reducir el impacto de posibles errores, observan a la competencia tanto nacional como internacional y aprenden de ella de forma continua; prestan atención a las noticias para saber cómo serán las fases de desconfinamiento sin dejarse llevar por opiniones y buscan activamente estudios relacionados con sus intereses. En algunos casos, estas empresas abren sus puertas para que alumnos de Máster puedan hacer sus proyectos finales en base a un caso real y aporten ideas.

Cuida a tu cliente, tanto al interno como al externo, o tu cliente no te cuidará a ti. Es muy importante poner el foco en escuchar las necesidades de todos nuestros stakeholders y diseñar la estrategia que cubra esas necesidades.

El enfoque cambiará: de preguntarnos qué estamos perdiendo a analizar nuestra relación con los clientes y ofrecer experiencias y servicios enfocados a él. Pasaremos de un marco mental "push" a uno "pull". Disminuirán los esfuerzos para "perseguir" al cliente porque será éste quien se sentirá atraído hacia nosotros percibiendo la solidez en la empresa y confiando en que sus intereses están siendo considerados.

El empleado debe sentirse avalado, apoyado, liderado y escuchado por sus superiores

A nivel interno tendremos que entender que el empleado debe sentirse avalado, apoyado, liderado y escuchado. Solo así se comprometerá con la marca, perderá el miedo a evidenciar errores y se generarán cadenas de favores. Por su parte, cada empleado deberá ser responsable de lo que ocurre en la empresa porque la adaptación a nuevas sinergias no recae exclusivamente en las directrices de las mesas directivas sino en el comportamiento de cada uno de los que conformamos el entorno. Todos somos piezas necesarias del sistema.

Aunque la tarta se vea reducida a un 30% seguirás manteniendo ventaja competitiva. Además, tus empleados y clientes tendrán un interés personal en que te vaya bien; te brindarán ideas y propuestas que no solo garantizarán la supervivencia de tu empresa sino una evolución en el tiempo.

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