
Pablo Iglesias traspasa toda línea roja con sus ataques a Vicente Vallés, después de que el periodista pusiera en evidencia la estrategia de Podemos de presentarse como víctima de las supuestas "cloacas del Estado".
Por sí solo, resultaría grave que el líder de un partido se permitiera señalar, con nombre y apellidos, a un informador. Pero si lo hace, además, un vicepresidente segundo del Gobierno se trata de un intolerable abuso de poder, dirigido a coaccionar las libertades de expresión y de Prensa, amparadas por la Constitución. La divulgación de listas negras de periodistas y medios, un tic propio de dictaduras como la venezolana, delata la carencia de principios democráticos de Iglesias y le aproxima aún más a su modelo ideológico real: el chavismo.