Opinión

Pedro y el Golpe

Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno

Donald Trump "desgasta los espacios democráticos con cada decisión, además de culpar a todos de sus incontables errores". Estas palabras de Felipe Sahagún dirigidas al presidente norteamericano podrían ser perfectamente recuperables para definir y describir a Pedro Sánchez y al gobierno de su persona, que ahora desde su ala podemita recupera el cuento del golpe de estado, con un doble objetivo, desviar la atención del personal para disipar sus gravísimas deficiencias y mentiras en la gestión de la pandemia, por un lado, y para tensionar, por otro, en el Parlamento y en la calle buscando recuperar las dos Españas de Machado y el enfrentamiento.

Un recurso este de buscar un enemigo externo empleado por todas las dictaduras, de cualquier naturaleza y condición desde los más remotos tiempos de la historia y que para Pablo Iglesias y sus acólitos sería la oportunidad de justificar su asalto al poder. Es por esto que si Sánchez, su persona y su mentor Iván Redondo fueran la mitad de lo avispados que dicen y pretenden ser deberían saber que las armas las carga el diablo y recordar a ese otro Pedro, el de la fábula de Prokófiev, que de tanto engañar con la llegada del lobo, al final se quedó solo y sin defensas cuando el cánido vino de verdad. Y quién esto escribe sabe bien de lo que habla porque vivió la intentona del 23-F en el Congreso y todavía siente escalofríos cuando recuerda tan execrable episodio de nuestra reciente historia.

Es sospechoso que quienes acusan ahora de golpistas a la oposición sean socios de esa coalición Frankestein que sostiene al Ejecutivo y en la que hay partidos que promovieron el golpe de Estado del 1-O en Cataluña

Y es, más que curioso, sospechoso que quienes ahora acusan a otro de golpistas sean socios de esa coalición Frankestein que sostiene al Ejecutivo y en la que sí hay formaciones que promovieron el golpe de estado del 1 de octubre en Cataluña y que tienen en sus filas a dirigentes por ello condenados en un juicio celebrado con las máximas garantías democráticas y del Estado de Derecho. Además de que estos intentos de acusar, injuriar y provocar a los partidos de la oposición y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se producen justo cuando todas la encuestas sobre intención de voto de las últimas semanas apuntan a la caída de Unidas Podemos y de Vox, y el regreso del bipartidismo, al tiempo que la suma de escaños del centro derecha superaría ya al bloque de las izquierdas y podría alcanzar la mayoría con el voto de los nacionalistas moderados y no independentistas.

Los extremos populistas de uno u otro signo se mueven ahora como pez en el agua

Decía también el que fuera presidente socialista, Juan José Laborda, en una reciente entrevista que "la democracia es incompatible con considerar al rival como enemigo. Todo esto nos lleva al populismo y a la pérdida de calidad democrática" Un escenario este de deterioro este de la pérdida de calidad democrática y de las instituciones donde los extremismos populistas de uno y otro signo se mueven como pez en el agua, máxime si como ocurre ahora, cuenta con la complicidad, deliberada o no, de los partidos constitucionalistas, a quienes arrastran en su propósitos de crispación, de división y de destruir los principios de libertad, reconciliación y convivencia que representan la Transición y el sistema democrático del 78.

La pérdida de calidad democrática y de las instituciones es el escenario que el populismo necesita para destruir los principios de libertad, reconciliación y convivencia que representan la Transición y el régimen del 78

Y hablando de irracionalidades y de extravagancias, la boutade del momento la protagonizaba, una vez más, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero quien, ahora nos hemos enterado, el pasado 15 d mayo en un encuentro por videoconferencia del Grupo de Pueblo, que agrupa a las dictaduras de izquierda de América Latina, se permitió llamar a una alianza entre China y la Unión Europea contra EEUU y "lo pongan en una situación imposible". Son palabras, actitudes e intenciones las de este amigo del sátrapa Maduro que superan y con creces los límites de la ingenuidad para empezar a parecerse a la demencia. Sin acritud.

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