
Esta complicada situación es una buena oportunidad, para aquellas empresas que puedan hacer algo más que luchar por su supervivencia, de revisar su estrategia y la visión de su negocio, evaluar qué aspectos funcionan y cuáles no. Para ello, nada mejor que volver a los principios, que no son sino las ideas fundamentales que establecen el funcionamiento de algo, en este caso de una empresa.
Estas semanas se está repitiendo mucho que "juntos saldremos de esta crisis". Como disciplinado practicante de la economía colaborativa, creo que en esta era que vivimos no gana quién compite y se atrinchera en su feudo o empresa y lo defiende a ultranza sin ofrecer algo a la sociedad ni compartir con los demás agentes. Es la razón por la que comparto estos principios para una buena salud empresarial.
En esta era pierde el que se atrinchera en su feudo o empresa sin ofrecer algo a la sociedad
El principio maestro para cualquier negocio, que ha de preceder a todos los demás, debería ser diferenciar nuestra propuesta de valor de la de la competencia. Tomaré como ejemplo el sector que mejor conozco, el de los clubes privados, pero el esfuerzo por definir una propuesta de valor única es aplicable a cualquier negocio. En nuestro caso, consistió en evolucionar el concepto tradicional de club privado: partiendo del análisis de la competencia, decidimos añadir a las características habituales de club social, cultural o gastronómico, elementos diferenciadores como el fomento de la economía colaborativa, la promoción entre los socios de un networking dirigido de alto valor, conectando a personas y empresas por verticales para el desarrollo de negocio, fomentando la internacionalización de empresas españolas y la atracción de inversión extranjera, y potenciando la actividad diplomática mediante acuerdos con embajadas que permiten acoger, ayudar a instalarse en España y promover el crecimiento de las personas que aterrizan procedentes de otros países.
Una vez establecida la propuesta de valor diferenciada, conviene tener presentes otros principios, como el de no desfallecer nunca. Al principio, las acciones tardan en filtrar y los resultados parecen inalcanzables. No hay que dejar de presionar el bote de kétchup, ya que algún día todo sale. Thomas Edison, después de probar 10.000 veces los materiales adecuados para encender el tubo de luz, dijo: "Muchos fracasaron por no darse cuenta de lo cerca que estaban del éxito en el momento en el que abandonaron".
Es importante, por supuesto, rodearse de personas mejores que uno. Un buen equipo funciona como verdadero multiplicador de la propuesta de valor. Un proyecto y un discurso no pueden llegar por sí solos al público objetivo, haciéndose necesario el altavoz de los cercanos. Para ello, claro está, es necesario que el equipo esté convencido de la propuesta de valor para que pueda trasladarla con éxito al mercado.
Otro principio de éxito es ser generoso. No conviene buscar la recaudación inmediata, sino servir a los demás, construir una propuesta útil, y los ingresos llegarán. En esta línea no es recomendable clasificar a los clientes por el importe de sus facturas. Tener tantas grandes cuentas como número de clientes es una buena filosofía. En nuestro caso, empezamos sirviendo a profesionales autónomos y actualmente facturamos a empresas del Ibex y a gobiernos extranjeros.
Huir de la excesiva seguridad es un principio que puede ser muy útil en el actual panorama. Consiste en identificar la incertidumbre como una oportunidad y no como un peligro. Mario Alonso Puig decía algo así: "Es normal que nos guste la seguridad, la tranquilidad, pero no nos podemos quedar ahí. El verdadero crecimiento, la magia, la verdadera evolución del ser humano se produce cuando abraza la aventura. Cuando en su vida es una prioridad añadir valor a la vida de los demás. Cuando cambia cada mañana la pregunta: a ver quién me ayuda hoy por a ver a cuántas personas ayudo hoy".
El siguiente principio, que deben aplicarse los directivos, es identificar los retos y perseguirlos sin excusas, ya que cada excusa es un narcótico paralizante. No nos damos cuenta de la debilidad de nuestras excusas hasta que no escuchamos las de otros. Sobre los retos, es recomendable apuntar alto, así el tiro no irá al pie. Una visión ambiciosa ayudará al líder a atraer seguidores a su proyecto. Recordemos que un líder necesita seguidores, multiplicadores de su propuesta de valor.
Tener valor para asumir el liderazgo, y las críticas que trae consigo, es otro precepto de valor para los dirigentes. No hay que tener miedo a alejarse de la mediocridad, aunque sea complicado en un tiempo en el que la mayoría prefiere "equivocarse con otros a arriesgarse a acertar solo".
Ser feliz con lo que uno hace, o cambiar de actividad, es otra buena máxima. Tenemos que amar lo que hacemos y hacer lo que amamos. Como afirmó Confucio hace 2.500 años: "Escoge un trabajo que ames y no tendrás que trabajar un sólo día de tu vida". Para terminar, si un dirigente o una empresa encuentran el éxito, han de llevarlo a su laboratorio y transformarlo en grandes dosis de humildad. Esto suele atraer más éxito.