
La propuesta de un nuevo Plan Marshall por parte de Bruselas, y el mensaje del presidente Sánchez del pasado domingo, alientan esperanzas de que los sectores más afectados por la epidemia en España empiecen a recibir ayudas a la altura de la actual crisis.
En el ámbito turístico y la construcción, estiman que podrían llegarles 40.000 millones. No es un cálculo descabellado. Ya el comisario Thierry Breton dio algunas pistas al estimar que sólo el turismo debía beneficiarse de un 20%-25% del apoyo total. Además, es probable que hasta un 60% de las transferencias se dirijan directamente a las empresas, reduciendo la mediación del Gobierno. Con todo, no es posible asegurar nada considerando el arduo proceso de negociación que ahora afronta el plan europeo, ante los países halcones del norte. Más incertidumbre existe sobre los estímulos, por valor de 10.000 millones, que el Gobierno prepara para la industria del motor. La financiación (si Bruselas la confirma) será nueva, pero el proyecto es idéntico al que el Ejecutivo dejó aparcado hace un año, por la incapacidad de dotarlo de recursos. Llega, así, evidentemente tarde, cuando el cierre de las factorías barcelonesas de Nissan se hará realidad y cuando el sector del automóvil español no pudo aprovechar un tiempo precioso para ponerse a la altura de la carrera por el coche eléctrico.
El Gobierno busca poner en práctica su plan de ayudas a esta industria tras acumular cerca de un año de retraso
De hecho, en el sector ya se temen que las ayudas previstas en el plan de estímulo para adquirir híbridos y enchufables puros se vayan a la importación de vehículos de otros países. No puede descartarse, por tanto, que este nuevo plan se convierta en otra promesa al sector industrial español que se queda a medio camino o totalmente irrealizada.