
El 28 de abril de 2019 se celebraron en España elecciones generales y Ciudadanos y el PSOE sumaron 180 diputados, es decir, una cómoda mayoría absoluta. Como ha escrito Arcadi Espada, esa mayoría alejaba al nacionalpopulismo del poder. Dejaba a Junqueras en la cárcel y a Iglesias en la calle. Cada uno en su sitio.
El mayor responsable de que el acuerdo de centro izquierda no prosperara fue Albert Rivera y los argumentos que dio para no llegar a un pacto con Sánchez fueron de traca, pues según él Sánchez ya tenía su pacto hecho con Podemos y el nacionalismo. Los hechos lo desmintieron: Sánchez no pudo formar esa mayoría (se negó a darle a Iglesias lo que éste pedía –"Yo, como la mayoría de los españoles no podría dormir por la noche sabiendo que Iglesias estaba en el Gobierno", llegó a decir en público-) y el 10 de noviembre hubo que repetir las elecciones.
Los argumentos que Rivera dio para no pactar con Sánchez fueron de traca
De modo menos audible, Rivera decía en otoño que participar en un gobierno de coalición podría suponer para Ciudadanos un fuerte castigo electoral. Lo cual, visto lo ocurrido, da risa y hasta pena.
Se vio después, cuando en noviembre Ciudadanos casi desaparece (quedó reducido a 10 diputados, desde 57 que había obtenido en abril), que Rivera era un necio, un negado para la política.
Pero lo peor fue la situación en que quedó la gobernación del país a partir del pacto PSOE-Podemos.
En noviembre, tras perder un chorro de votos, Sánchez (PSOE, 120 diputados) firmó en veinticuatro horas una coalición con Podemos (26 diputados) y poco después sumó una sopa de letras: Ecp-Guanyem el Canvi (7 diputados), Eaj-PNV (7 diputados), Más País-Equo (2 diputados), Podemos-Eu (2 diputados), CCa-Pnc-Nc (2 diputados), Més Compromís (1 diputado), Prc (1 diputado), Teruel Existe (1 diputado) y BNG (1 diputado). Y aparte, la abstención de ERC y cuando es necesario la de Bildu.
Y sin embargo, la situación de Sánchez es más estable que la de cualquier otro funambulista. ¿Por qué? Porque esa dispersión parlamentaria le permite navegar ante un centro derecha partido en tres. Su único objetivo en la política es seguir usando el colchón con el que sustituyó al que usaba Rajoy.
A cuenta de la pandemia, Sánchez se ha convertido en "un hombre de palabra" (no calla) y los sábados da un sermón desde el púlpito de RTVE, donde glosa los éxitos de su política sanitaria. Un desastre de política (falta de test, de previsión y hasta de mascarillas) que ha colocado a España en un "privilegiado" lugar, con 60,8 muertos por Covid-19 por cada 100.000 habitantes (frente a los 12,1 de Portugal). Y si los muertos fueran los reales y no los que suministra el Ministerio de Sanidad español la cosa sería aún peor.
Lo difícil será negociar ayudas con la UE estando Pablo Iglesias dentro del Gobierno
De las cuatro regiones occidentales con mayor tasa de mortalidad por Covid-19 dos son españolas, con Castilla-La Mancha cerca de Nueva York (148,3 por 100.000 muertos en Nueva York y 143,9 en Castilla-La Mancha, casi 15 veces más que en Murcia).
Pero me temo que a medio plazo nos espera lo peor cuando Sánchez tenga que negociar con la UE, sin cuya ayuda la crisis puede ser letal, estando Pablo Iglesias y sus mariachis dentro del Gobierno.