
La batería de alzas fiscales que el Gobierno baraja consiste en una ofensiva tributaria en toda regla, capaz de afectar a siete grandes figuras impositivas. Es más, en algunos casos, no se trata de una elevación, sino de una reforma completa del impuesto, como demuestra la intención de sustituir Patrimonio por la tasa Covid, con unos tipos mucho más elevados.
Gravámenes así resultarán confiscatorios, pero no es éste el problema más grave. El objetivo de recaudar 80.000 millones más, lo que es simplemente irrealizable en el contexto de una economía en recesión, en la que la recaudación de Sociedades ya cae y la inactividad minará el IVA y el IRPF. La multiplicación de la presión fiscal sólo contribuirá a hacer más insostenible esa situación.