
"Esta pandemia ha puesto en evidencia que la gente que manda no sabe lo que está haciendo" Barack Obama
La querencia universal de los políticos frente a la pandemia es, a la vez, quitarse de en medio escondiéndose detrás de los científicos y, de paso, ponerse medallas mientras denigran al adversario.
Mas, se escondan tras lo que se escondan y digan lo que digan, la verdad es que las responsabilidades políticas están detrás de un buen número de muertos. Un ejemplo: el lugar de Europa donde primero saltó esta liebre mortífera fue Italia. Allí la crisis del coronavirus estalló en dos regiones, Lombardía y Véneto. En la primera han muerto más de 14.000 personas, en la segunda los fallecidos no llegan a 2.000. El epidemiólogo Andrea Crisanti, profesor de parasitología molecular en el Imperial College de Londres, es uno de los artífices del modelo Véneto, es el hombre que dirige el control epidemiológico de la región y que convenció las autoridades para apostar por los test PCR a gran escala y la "vigilancia activa".
La verdad es que las responsabilidades políticas están detrás de un buen número de muertos
Preguntado Crisanti por estos hechos, contestó lo siguiente en Vozpópuli:
"Lo primero fue crear una estructura capaz de hacer miles de test PCR cada día. Véneto pasó en una semana de 100 a 7.000 test cada día, para llegar ahora a hacer entre 13.000 y 14.000. ¿Por qué todo eso? Porque vimos que los PCR no son solo un instrumento de diagnóstico, sino también de vigilancia para impedir la transmisión. Descubrimos que una gran cantidad de afectados eran asintomáticos. Y nos pusimos el objetivo de identificarlos".
La segunda clave fue
"Evitar que el hospital se convirtiera en un foco de contagio. Hicimos test regulares a todo el equipo sanitario, y eso que el hospital de Padua es el más grande de Italia, con 1.800 camas y 8.000 trabajadores. ¡Piense qué hubiera podido pasar sin esas medidas! Hicimos test a todo el personal sanitario cada siete y diez días. A la vez, hicimos test PCR a todos los pacientes que llegaban al hospital fuera lo que fuera su problema".
Como se ve, todo lo contrario de lo que se hizo en España, donde los test primero se despreciaron y luego se compraron mal. En efecto, España compró a la empresa china de test rápidos Bioeasy 640.000 pruebas que tuvieron que devolverse. La embajada de China en España desveló que esta empresa ni siquiera tiene permiso oficial para vender productos médicos. Pero es que, además, esta empresa consiguió que España pagara más del doble del precio de los test: el Ministerio de Sanidad firmó un contrato por un importe de 17,1 millones de euros con la intermediaria catalana Interpharma, lo que suponía 26 euros por cada test. Pero poco después, Bioeasy vendió test de detección rápida de coronavirus a otros compradores por un precio de entre 4,6 y 5,5 euros unidad.
Las mascarillas que el Gobierno español, la Comunidad de Madrid y Andalucía compraron en China estaban falsificadas. No sólo les vendieron material defectuoso sino que lo hicieron tomando como base información falsa que incumplía la normativa de China y las certificaciones de la UE. Los casos más conocidos son los de las mascarillas Garry Galaxy, compradas por Sanidad, y las Purvigor, que se repartieron en Andalucía y en Madrid. Una gestión pésima de la Sanidad española y no hay más que discutir, Sr. Simancas.