En el momento de escribir estas líneas, el barril de petróleo Brent cotiza a poco más de 21 dólares y el West Texas a 15 dólares. Son precios muy bajos, sí, pero, al fin y al cabo, en el terreno positivo, que es lo que cabe esperar de los precios de una materia prima que es esencial para el funcionamiento de la economía mundial. Sin embargo, el lunes pasado, por primera vez en su historia, barril de West Texas llegó a cotizar con precios negativos, hasta -38 dólares el barril; es decir, al comprador se le pagaba dinero por adquirir los barriles de petróleo americano. Esta anómala situación no había ocurrido nunca en la historia: compras barriles de petróleo, te los llevas y, además, te pagan por ello. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo se explican unos precios negativos del petróleo? Y, sobre todo, ¿qué nos dicen estos precios de la situación de la economía mundial y cómo puede esto afectar a la economía española?
El episodio del precio negativo fue corto; al día siguiente el mercado volvía a cotizar con precios positivos. Pero es interesante analizar lo que pasó, pues es un síntoma de las tendencias subyacentes del mercado de petróleo y de la economía mundial. El mercado de petróleo West Texas a corto plazo es un mercado con entrega física. Es decir, se compra y se vende el barril a un plazo breve, pero el vendedor está obligado a entregar físicamente la cantidad comprometida a una fecha determinada y los compradores a aceptarla. Hasta esa fecha, es un mercado financiero, en el que las compras y ventas son virtuales; pero en la fecha de entrega es un mercado físico. El 21 de abril, muchos compradores se encontraron con que tenían que recibir el petróleo y, sin embargo, no tenían capacidad suficiente para almacenarlo. Estaban largos de petróleo y cortos de almacenamiento. La solución era venderlo antes de que se produjera la entrega. Pero al hacerlo a la vez todos los que se encontraban en esa situación, el precio bajó primero hasta cero y, luego, desesperados por deshacerse del petróleo como fuera, empezaron a pagar porque alguien se llevara el petróleo que no podían almacenar. Pasada la fecha de entrega el petróleo volvió a precios positivos, aunque mucho más bajos.
Se demuestra que hay exceso de oferta de petróleo, mayor del que se había previsto
Este episodio nos enseña muchas cosas. En primer lugar, que no existe un mercado mundial del petróleo, sino que éste se encuentra segmentado por las limitaciones físicas de transporte y almacenamiento. En condiciones normales de capacidad de almacenamiento y transporte, los precios de los distintos petróleos se mueven más o menos a la vez, pues son sustitutivos muy cercanos. Pero cuando no se dan estas condiciones los precios pueden divergir mucho. Así, el Brent ese mismo día bajó de 25 dólares a 18, pero no se derrumbó a precios negativos.
En segundo lugar, lo sucedido el lunes muestra que, a nivel mundial, hay un exceso de oferta de petróleo mayor del inicialmente previsto. El 7 de abril la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicaba sus previsiones a corto plazo. Para el mes de abril, esperaba una producción de 99 millones de barriles diarios, de los que, aproximadamente, un tercio son producidos por los países de la OPEP y, los dos tercios restantes, por países fuera de ella; entre estos últimos destacan los 19 millones de barriles diarios de EEUU, los 11,5 millones de barriles de Rusia, los 5,6 de Canadá y los 4,7 de China. Por su parte, la demanda, según la AIE, se situaría en abril en torno a los 83 millones de barriles al día, unos doce millones de barriles menos que en febrero. En ese contexto, la reducción de la producción de casi 10 millones de barriles al día que habían acordado Arabia Saudita y Rusia, con el impulso de EEUU estabilizaría el mercado. Pero el acuerdo no ha salido bien. La previsión de la AIE se basaba en una contracción del PIB mundial de tan sólo el 0,1% este año. Poco después, el día 14, el FMI publicó su previsión de contracción de la economía mundial para 2020, de un 3% en el escenario más favorable. La realidad parece estar mostrando que la contracción está siendo mayor de lo inicialmente esperado tanto por la AIE como por Arabia Saudí y Rusia y, con ello, la caída de la demanda. La consecuencia es que la demanda se está debilitando por encima de lo previsto y que los stocks no paran de crecer. La producción de petróleo no se puede parar de la noche a la mañana, ya que los pozos no se pueden cerrar, sobre todo en tierra, sin correr el riesgo de que sea difícil volverlos a reabrir. La consecuencia es que estamos inundados de petróleo, el mundo no sabe qué hacer con tanto crudo y, por eso, los precios se desploman. A medio plazo, todo se corregirá, la producción se irá ajustando, y con la recuperación económica la demanda también irá creciendo. Pero a corto, los precios bajos son un síntoma de la fuerte recesión que estamos viviendo.
El comportamiento anómalo del crudo tendrá efectos negativos sobre el sector financiero
Pero los bajos precios del petróleo, ¿no ayudan a la recuperación económica en los países importadores como España? Sólo parcialmente, ya que ahora estamos consumiendo mucho menos petróleo al tener buena parte de nuestro transporte parado. No sirve de gran cosa que baje el precio de algo que se necesita en estos momentos escasamente. Quizás a medio plazo, a medida que se recupere la demanda, partir de unos precios bajos del petróleo pueda ayudar temporalmente a la recuperación.
Sin embargo, los bajos precios del petróleo también tienen efectos negativos ya que colocan a las industrias petroleras de Estados Unidos en una situación financiera difícil. Y, por mucho que la Administración Trump acuda en su ayuda, es muy probable que se produzcan impagos y quiebras. Esto debilita al sector financiero de Estados Unidos, pero también al mundial, ya que las entidades financieras se prestan entre ellas y distribuyen el riesgo entre todas. Esto explica que, ante la caída del precio del petróleo West Texas, hayamos visto una ampliación de las primas de riesgo del sur de Europa -aunque en esto también han influido otros factores- y que hayan caído todas las bolsas.
En definitiva, el comportamiento que estamos observando de los precios del petróleo últimamente es un indicador de profundidad de la recesión y, además, puede tener efectos negativos sobre el sector financiero. Estos elementos dominan frente a los potenciales beneficios de un petróleo bajo para los países importadores. Y, por tanto, ello explica los comportamientos de los mercados.