Los consumidores ya notan subidas de hasta el 46% en el precio de los alimentos. Es imposible que subidas tan fuertes se justifiquen sólo por la eliminación de las ofertas o por el modo en que el confinamiento impulsa el acaparamiento de artículos.
Resulta llamativo el encarecimiento de frutas y verduras perecederos. Los distribuidores aseguran que sólo repercuten la subida de coste de la materia prima y de su transporte. Se notan, por tanto, los efectos de la escasez de mano de obra que el campo sufre para recoger y hacer llegar sus cosechas a los lineales. La situación amenaza con ir a peor si el Gobierno no mejora la respuesta que ha dado a este problema, en forma de un programa de contratación de temporeros lastrado por sus excesivas limitaciones.