Opinión

Covid-19: Estados Unidos y China

No existe certeza sobre el origen del Covid-19

Estados Unidos y China son las mayores economías del globo exceptuando a la Unión Europea, que no deja de ser la suma de las diferentes economías de sus miembros en un mercado común. En 2018, Estados Unidos representaba casi el 30% de la economía mundial, mientras que China estaba alrededor del 16%. Europa, sin estar integrada, tenía el 22%, aproximadamente. En el aspecto geopolítico, China y Estados Unidos son las dos mayores potencias del globo. Europa no cuenta. China domina el Sudeste Asiático, con la excepción de India, a quien tiene integrada en los BRICS con Rusia, Brasil y Sudáfrica. Mantiene también una importante alianza con Pakistán donde dispone del puerto de Gwadar en el Océano Índico que enlaza con el China-Pakistan Economic Corridor. Estados Unidos, con su errática política internacional, ha dejado de ser un país de dominio global, y los espacios, desde hace décadas, están siendo ocupados por China.

China domina las exportaciones mundiales sumando unos 2,5 billones de dólares, cantidad similar a las de Estados Unidos. Sin embargo, este último tiene un déficit superior a los 400.000 millones de dólares con China. El superávit comercial de China con sus múltiples clientes la obliga a comprar masivamente dólares en el mercado, que convierte a su moneda local, el renminbi. Con esto, el Banco de la República Popular tiene una cantidad superior a los 3 billones de dólares en reservas, que se unen a la compra de deuda estadounidense en una cantidad superior al billón de dólares. En total, China acumula más de 4 billones y medio de dólares: alrededor del 18% del PIB de Estados Unidos. Enorme cifra que apoya con devaluaciones periódicas del renminbi aumentando la competitividad de sus exportaciones, especialmente contra Estados Unidos. Una guerra económica entre ambos que influye determinantemente en la economía mundial.

Quizá no se llegue  a saber nunca si el Covid-19 es un virus natural o fabricado en laboratorio

China domina grandes parcelas de la economía global. Lo hace en África, donde tiene invertidos más de 300.000 millones de dólares. También en Latinoamérica y en Asia, y tiene importantes inversiones estratégicas en Europa. China es, además, el mayor socio comercial de 124 países, 57 de los cuales pertenecen al Asian Infrastructure Investment Bank, desde donde se prepara la Nueva Ruta de la Seda: la gran infraestructura del siglo XXI. Una demostración de su poder global que completa con la gestión de 42 puertos en 34 países. Un poder que enfrenta China con Estados Unidos.

La guerra económica entre China y Estados Unidos se recrudeció con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Desde 2018, los aranceles de Estados Unidos en contra de las importaciones chinas se incrementaron en cifras dramáticas. En junio de 2018, por ejemplo, la Administración Trump impuso un 25% de aranceles a la importación de 50.000 millones de dólares de productos tecnológicos, quizás en un intento de impedir el programa de Xi Jinping Made in China 2025. En septiembre de ese mismo año se aumentaron al 10% para un volumen de 200.000 millones, que se volvieron a incrementar después un 25%. La guerra económica entre ambos países subió ya a niveles imposibles en enero de 2019 con la detención de Meng Wanzhou por el Departamento de Justicia americano. Meng era la máxima responsable de Huawei en Estados Unidos e hija del fundador de la empresa, Ren Zhengfei. Una empresa que tenía lista la tecnología 5G, muy por delante de otras tecnológicas europeas o americanas. Ante ese "ataque", China reaccionó contra la importación de productos americanos, tomando además el control de algunas empresas en suelo chino.

Europa queda severamente tocada, con España como singular damnificada

Quizás para evitar una escalada imposible de detener, cuando las guerras mundiales del siglo XXI se dirimen en el campo económico y cibernético, los dos países acordaron la firma de un acuerdo comercial que tomó cuerpo el 13 de diciembre de 2019. En una primera fase, China estaba obligada a realizar importantes reformas en comercio, propiedad intelectual, transferencia tecnológica, servicios financieros, agricultura y política monetaria. Estados Unidos, por su parte, debía modificar su política arancelaria respecto de China; si bien mantenía un 25% de aranceles sobre ciertos productos hasta una cantidad de 250.000 millones de dólares, a lo que se sumaba otro 7,5% para otras mercancías por valor de 120.000 millones de dólares.

El acuerdo, de más de 90 páginas, indica los productos que debe comprar China a Estados Unidos, que se agrupan en cuatro categorías: manufacturas, productos agrícolas, productos energéticos y servicios. En total son más de 600 productos y unos 20 tipos de servicios. Con esto, después de años de disputas, las dos potencias sellaban un acuerdo cuyo texto, en siete apartados, explicita ciertas condiciones. Por ejemplo, aparece noventa y siete veces el término "shall be", que determina las obligaciones que ha de cumplir China, mientras que dicho término sólo se muestra cinco veces en el caso americano. En relación con "Las Partes", es decir, los firmantes, son sesenta las obligaciones mutuas. Otro ejemplo tiene que ver con el Capítulo 7 del acuerdo: Bilateral Evaluation and Dispute Resolution; cuyo artículo 7.6 (2) dice: "En el caso de que un desastre natural u otro suceso imprevisto, fuera del control de las Partes, retrase temporalmente a una Parte del cumplimiento de sus obligaciones de este Acuerdo, las Partes consultarán una con otra".

El 31 de diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre "una neumonía de causa desconocida" en la ciudad de Wuhan. En China se hablaba de un primer paciente que sufría una enfermedad producida por el Covid-19 desde el 8 de diciembre. La OMS declaraba, el 11 de marzo de 2020, una pandemia global debida este virus. A partir de ahí, el virus se extendía rápidamente por Europa, convertida en el centro de la pandemia. China, con menos de 4.000 fallecimientos, parece haber superado el problema. Estados Unidos, va por el medio millón de casos y tiene unos 25.000 fallecimientos. A nivel mundial, se han superado los dos millones de casos, con más de 120.000 fallecimientos. España está a la cabeza mundial en fallecimientos por millón de habitantes y, en proporción, de fallecimientos de personal sanitario.

No se sabe a ciencia cierta el origen del Covid-19. Sale de China, pero, sin embargo, el Gobierno chino tiene vetados los estudios científicos sobre el virus. Parece ser de transmisión animal, y se sabe que ataca a las células humanas produciendo reacciones inmunitarias con resultados letales. Otras fuentes apuntan a una modificación del virus del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) elaborado en un laboratorio. Algo similar a una patente presentada hace años en la Unión Europea sobre una nueva cepa de coronavirus asociada con el SARS y sus aplicaciones. También es conocido que, en Wuham, donde se dieron los primeros casos del Covid-19, existe un laboratorio de nivel P4. Primer laboratorio de este tipo en China dedicado al estudio de enfermedades víricas muy contagiosas (coronavirus, ébola, H5N1, etc.). Incluso algún autor, como es Antoine Izambard, relaciona a Francia con este asunto en su libro: France-Chine les liaisons dangeureuses.

Quizás no se llegue nunca a saber si se trata de un virus natural o "fabricado". Sin embargo, el Covid-19 ha cambiado la estructura de poder global y tendrá enormes consecuencias en la economía del planeta. Nada será igual después de la pandemia. Muchas industrias tendrán que rehacerse, sobre todo aquellas donde se dé la presencia física: transporte, turismo, construcción, educación, etc. Internet no podrá dar total solución a esa economía de proximidad. Europa, en su desunión, quedará severamente tocada, con España como singular damnificado. Estados Unidos sufrirá para asumir los cambios. La vacuna tardará más de un año en aparecer. El gran acuerdo comercial Estados Unidos-China quedará en suspenso. China surge como el potencial ganador. El siglo XXI será "el siglo de China", que acabará dominando el mundo al paso del filósofo Lao-Tse: "el líder hábil somete a las tropas enemigas sin pelear; captura sus ciudades sin ponerles sitio; derroca su reino sin largas operaciones en el campo".

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