Opinión

Las inesperadas consecuencias de la crisis

Las consecuencias políticas o económicas que esta crisis genera aún no se conocen pero pueden ser importantes

La política no siempre influye en la economía. Recuerdo una ocasión en que me invitaron a conocer las oficinas centrales de una conocida gestora de fondos norteamericana. En el vestíbulo, habían dibujado - en el suelo - un gran gráfico de la evolución del Dow Jones en los últimos cien años. En el gráfico se resaltaba quienes habían sido los presidentes de EEUU en cada periodo. Cuando les pregunté por qué salían los presidentes y no otros indicadores, me dijeron que el gráfico lo tenían ahí para demostrar que, en el largo plazo, al mercado le da igual quien sea el presidente.

En una democracia avanzada como la norteamericana y con una economía de mercado con reglas de funcionamiento muy claras, es el esfuerzo de los ciudadanos lo que, a la larga, impulsa la economía y las bolsas. Pero también es cierto que esta idea pierde validez cuando hablamos de sistemas democráticos menos estables o economías en las que no se respetan demasiado las reglas. O situaciones extraordinarias, como pueden ser las guerras.

El daño económico que España sufra tras el Covid-19 será mayor que en Francia y Alemania

La crisis del coronavirus es sin duda lo más parecido a una guerra. Y se habla mucho de sus consecuencias humanitarias, sociales y económicas. Pero me temo que todavía no nos hemos hecho a la idea de cuáles pueden ser sus consecuencias políticas. Y de cómo pueden afectar a la economía y a los mercados en el medio o largo plazo.

Según se vaya despejando la polvareda, se irá viendo si ha habido políticos que pudieron hacer mejor las cosas o no. Si los resultados en términos de pérdida de vidas son similares en todos los países, el impacto político de la crisis humanitaria no será tan importante. Pero si no es así, si la sociedad percibe que ha habido una mala gestión, entonces se pedirán responsabilidades.

La exigencia de responsabilidades políticas podría no acabar ahí. Como dijo Charles Tiebout – que era un economista -, los ciudadanos tienden a votar con los pies. No sabemos si pensarán que las cosas se pudieron hacer mejor para salvar vidas, pero está claro que el paro masivo, la bajada de sueldos y la subida de impuestos que vienen generarán un gran enfado, por decirlo suavemente. Y el voto del pataleo tiende a dirigirse contra quien la gente considera responsable de su mala situación.

La alternativa a una Unión Europea más reforzada y unida tras esta grave crisis es el caos

En Francia dicen que se vota contra alguien, no a favor de alguien. Si, por ejemplo, los franceses llegaran a la conclusión de que fue un error celebrar unas elecciones municipales en pleno brote del virus y a esto se añaden los sacrificios que van a tener que realizar, las probabilidades de que los votantes den la victoria al Frente Nacional en las siguientes elecciones son más altas que nunca. Y, sin entrar en consideraciones políticas de otro tipo, el problema es que el Frente Nacional incluye en su programa la salida del euro.

En España la situación política es diferente. Además, el gobierno tiene aquí un control de los medios de comunicación que no tiene Macron en Francia. Pero, aunque las consecuencias de haber permitido concentraciones masivas en un momento de dudosa oportunidad puedan mitigarse con ayuda mediática, el daño económico no. Y será mayor que en Francia o en Alemania. No es tan difícil adaptar una fábrica o una oficina a la "nueva normalidad" sanitaria, pero ¿qué ocurre cuando una de tus principales fuentes de ingresos es el turismo?. ¿Se habrán olvidado del virus los turistas llegado el mes de julio?. Porque con 80 millones de turistas menos y el parón previo de la economía a mí no me salen los números. Hará falta una ayuda tipo Plan Marshall por parte de la Unión Europea. Y será con condiciones draconianas. Se le intentará echar la culpa a Europa de la situación económica, pero dudo que eso vaya a funcionar.

En otros países de la Unión puede haber igualmente un pataleo histórico, aunque por motivos muy distintos. Veremos cómo afecta al voto de alemanes, holandeses o austriacos si tienen que dar ayudas muy importantes a los países del sur coincidiendo con problemas serios en casa. Porque no olvidemos que a ellos también les afectan el virus y el parón económico.

Tampoco podemos descartar que de la virtud se haga necesidad y los líderes europeos se crezcan. Que hagan que la idea de una Europa unida salga reforzada de esta crisis. Cosas más raras se han visto. Además, la alternativa es el caos.

En cualquier caso, hay que vigilar cuáles pueden ser las consecuencias políticas de haber parado la economía como quien apaga el motor de un coche. Sobre todo quienes tenemos el trabajo de cuidar de los ahorros e inversiones de otros. Afortunadamente, si se diera el caso, los españoles tenemos la opción de invertir nuestros ahorros en cualquier lugar del mundo con mejores expectativas económicas o políticas.

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