Opinión

El 'Lebensraum' de Trump (y V)

El presidente de EEUU Donald Trump

En Diciembre de 2017, el presidente Donald Trump presentó un documento sobre la Estrategia Nacional de Seguridad que se desarrolla en torno a cuatro ideas básicas: Desarrollar el principio de si vis pacem para bellum (si quieres la paz prepárate para la guerra). Reforzar la competitividad de la economía estadounidense con la consiguiente retirada del Tratado de Libre Comercio del Pacífico y la renegociación de los tratados con Canadá y México. Es decir la economía de mercado capitalista es buena en la medida en que el defensor de la idea sea el que exporte y los demás importen. La seguridad nacional exige un cierre de fronteras a la emigración (muros incluidos) e impedir que la llamada chain migration (emigración en cadena) potencie la reunificación familiar entre los inmigrantes que ya están dentro y sus familiares que todavía están en sus lugares de origen. Una actitud de distanciamiento de las NNUU y un nuevo papel para la OTAN.

Dos meses después de la presentación del documento ya citado el Secretario de Defensa lo complementó con otro en el que se desarrollaban las prioridades políticas: Incrementa el potencial bélico para poder intervenir en tres zonas: Indo-Pacífico, Europa, y Oriente Próximo; es decir contra China, Rusia e Irán. Modernizar el arsenal nuclear táctico y estratégico. Más gasto en ciberseguridad. Aumentar el gasto militar de los Estados miembros de la OTAN hasta un 2% de su Producto Interior Bruto.

Se impone la reforma o sustitución de la ONU para ganar en efectividad

Las consideraciones que acompañan a estas propuestas son bastante ilustrativas. En ellas, el Secretario de Defensa (general James Mattis), dice que esas propuestas son necesarias ante el mayor desorden global favorecido por el declive del orden internacional basado en normas. Por cierto, unas normas que USA ha conculcado reiteradamente. En otro apartado sigue diciendo Mattis que es la competencia estratégica interestatal, no el terrorismo, la principal preocupación de la seguridad nacional de Estados Unidos.

Esta lógica va más allá de la defensa de las grandes empresas norteamericanas, que ven en peligro la acumulación de capital y el liderazgo en el comercio internacional. En un artículo anterior señalé uno de los últimos informes del ejército USA en el que planteaba, cara al futuro, la necesidad de que las fuerzas armadas tuvieran un papel activo en el drenaje de recursos energéticos y la posterior administración "racional" de los mismos en el interior del país. Ante la falta de coordinación y colaboración internacional ante el cambio climático, se perfila una actitud imperial y de impronta fascista que obvie la necesidad de un orden internacional justo y equitativo.

La ONU fue creada con la intención de que no se repitiesen los horrores de la II Guerra Mundial ni tampoco la barbarie nazi. Ante la perspectiva de un cambio climático que ponga patas arriba la civilización industrial basada en la extracción abusiva de recursos no renovables, en el esquilme de la tierra dedicada a la agricultura y en el consumismo desatado, se impone una reconsideración del actual funcionamiento de la ONU o su sustitución por otra instancia internacional más efectiva. No hay tiempo para más dilaciones.

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