
Esta semana leí una interesante entrevista a la profesora de Neuroimagen Cognitiva de la Universidad de Aston, Gina Rippon, a raíz de la publicación de su último libro El género y nuestros cerebros. Un ensayo que refleja que no existe diferencia entre el cerebro de una mujer y el de un hombre por razones de género y que las aptitudes, capacidades, preferencias, etc., de ambos están condicionadas por el entorno social en el que vivimos y por la historia que nos acompaña. Y, de qué forma, los mitos sobre las habilidades ligadas a uno u otro género, han condicionado en gran medida el papel de la mujer en la sociedad.
Una sociedad en la que nos encontramos con múltiples retos para abordar y sobre los que tenemos que trabajar concienzudamente: la diversidad en las empresas (con especial atención al sector tecnológico) y la importancia de la mujer en puestos de dirección y liderazgo.
La Organización Internacional del Trabajo indica que, a escala mundial, cerca del 60% de las empresas coinciden en que las iniciativas sobre diversidad de género mejoran sus resultados económicos. Un estudio de Closing Gap realizado por PWC revela que España pierde más de 200.000 millones de euros al año, por no igualar la tasa de empleo y de trabajo a tiempo completo que tienen los hombres a las mujeres.
Los mitos han condicionado en gran medida el papel de la mujer en la sociedad
Es una realidad palpable que debe existir un cambio sistémico para el beneficio de la sociedad y el futuro generacional, sin embargo, no se puede dar si no somos capaces de analizar los números, entender dónde se encuentra el problema, tomar acción sobre ello de manera holística (de manera que el cambio sea sostenible en el tiempo) y, además, que las decisiones y la convicción de modificar el status quo venga desde los puestos de liderazgo y de poder.
Teniendo claro que el cambio es necesario, nos enfrentamos a una segunda disyuntiva y es la de cómo de preparados estamos para afrontar los retos laborales que nos rodean.
Si dirigimos nuestra mirada al presente y futuro más próximo, la Unión Europea ha calculado que, en los próximos dos años, el 45% de los empleos estarán relacionados con el entorno digital. Solamente este año, más de 500.000 puestos de trabajo dentro del sector tecnológico se quedarán sin cubrir por falta de profesionales cualificados.
A esto hay que sumar que la mujer tiende a verse más afectada y desplazada históricamente por los grandes cambios laborales y, en este caso, todavía más si no adquiere las competencias digitales necesarias. El FMI estima que 26 millones de empleos femeninos, en 30 países de la OCDE, corren un alto riesgo de ser desplazados por la tecnología en los próximos 20 años. En Europa, solo el 30% de las mujeres, que están ocupadas laboralmente, trabaja en el sector TIC, cifra que en España cae al 2%.
No son datos que viertan, a priori, positivismo, pero sin duda son cifras que nos descubren una enorme oportunidad: la de preparar a nuestra sociedad en las competencias digitales necesarias para poder alcanzar las oportunidades y los retos laborales que nos rodean.
La tecnología necesita más mujeres y no solo para evitar el sesgo sino para hacer productos y servicios más inclusivos, diversos, justos y que, en definitiva, contemplen las necesidades de la otra mitad de la población. Porque la tecnología no debe ser una cuestión de género.
Desde Google llevamos mucho tiempo formando a mujeres (de diversos ámbitos) en el mundo tecnológico, además de en herramientas que les ayuden a desarrollar su liderazgo dentro y fuera de la empresa. Esta semana presentábamos Women Will, una iniciativa global por la que han pasado más de 36 millones de mujeres y que en España va a aunar y ampliar los esfuerzos y el trabajo que estamos haciendo para contribuir a la creación de oportunidades económicas en dos áreas: lanzando la segunda edición del programa Digitalizadas (cuyo objetivo es alfabetizar digitalmente a mujeres del ámbito rural) y poniendo en marcha talleres para que aquellas mujeres que dirigen negocios o empresas tengan acceso a formaciones y puedan crear entre ellas una red de apoyo.
Hay una frase muy interesante que se le atribuye al jurista y profesor de Derecho estadounidense Paul Freund que dice: Los jueces no deben verse afectados por el clima de un día, pero sí por el clima de una era.
Esta interesante reflexión puede aplicarse no solamente al mundo legal, sino también al social, institucional, empresarial, etc. Porque la diversidad de género, el papel de la mujer en el mundo tecnológico y no tecnológico, en los puestos de liderazgo y de poder, es una necesidad palpable a nivel social y, claramente, el clima de esta era ya ha cambiado.