
No han pasado los cien días preceptivos y las discrepancias en el seno del Gobierno empiezan a agrietar el edificio de la coalición sin que las extravagantes declaraciones de la vicepresidenta Calvo o los silencios arrogantes del presidente, sirvan para disimular las fisuras y las manchas. Destacados socialistas cercanos a La Moncloa confirman estas divergencias que afectan a pilares de ese inmueble construido sobre cimientos poco sólido como son la economía y la política exterior, además de a los límites a las cesiones al independentismo catalán.
El esperpéntico espectáculo ofrecido por la negativa del jefe del Gobierno a reunirse con un Guaidó al que ese mismo Gobierno reconoce como presidente legítimo de Venezuela en línea con la Unión Europea, los enredos del ministro Ábalos sobre su insólito encuentro en Barajas con la vicepresidenta de Maduro, y el triste papel de la ministra de Exteriores intentando salvar los muebles de un incendio del que ella fue la última en enterarse, si es que finalmente se ha enterado, reflejan una doble política que deja al Ejecutivo Sánchez-Iglesias en una posición de deslealtad con sus socios de la Unión, de asombro y de descrédito ante la comunidad internacional y, lo que es más grave, de aparente complicidad con la tiranía de Maduro y su violación sistemática de derechos humanos y de libertades.
La derogación de la reforma laboral abrirá la batalla más dura en el Ejecutivo de coalición
Grietas que son también patentes en la economía, donde la subida del salario mínimo en 50 euros, sólo la mitad de lo que prometían Pablo Iglesias con la aquiescencia inicial del presidente, se interpreta en círculos del PSOE como "el primer triunfo de Calviño" sobre la ministra de Trabajo, una Yolanda Díaz que ha visto también como la quitaban las competencias y el presupuesto, que es lo que más duele, sobre la formación profesional, que pasan ahora a Educación y será un ministro socialista el encargo de gestionar las políticas y los dineros.
Un enfrentamiento que se traslada también al terreno de los alquileres donde la limitación de los precios, otra de las promesas de Podemos, cuenta también con la resistencia de la vicepresidenta económica basada en la negativa experiencia que el tope de las rentas ha tenido en los países y urbes donde se ha implantado. Y que va a tener su batalla más cruenta en la reforma – que todo apunta no será derogación total- de la reforma laboral.
Las divergencias en la coalición de gobierno afectan ya a pilares claves del Gobierno como la política exterior, la economía y los límites a las cesiones al independentismo
Las fuentes socialistas, y también de la CEOE donde el presidente Garamendi fía en las obras y las buenas razones de Calviño, insisten en que los cambios se limitarán a lo que desde el Ejecutivo y los sindicatos califican como "aspectos más lesivos", entre los que se encuentran la normativa sobre el absentismo, la ultraactividad de los convenios, la primacía de los convenios de empresa para volver a poner por encima los sectoriales y territoriales, y la subcontratación.
De ellos estos dos últimos son los que más preocupan en la patronal por su repercusión sobre el aumento de los costes laborales, ya afectados por el incremento del SMI, y su repercusión sobre la contratación y en el empleo. Y con una consideración adicional que implica a las empresas que tienen contratos con la Administración que, en virtud de la normativa impuesta por Montoro y no derogada, no pueden repercutir el aumento de los costes en los precios. Pues, cuidado, que "a lo mejor estamos haciendo un pan con unas tortas" que decía un destacado directivo empresarial.