Opinión

Un buen ciudadano, un excelente viajero

Imagen de la ciudad japonesa de Kioto

Se viaja por innumerables motivos y uno de ellos es experimentar algo diferente a lo habitual, y la diversidad de nuestro planeta nos ofrece múltiples oportunidades para hacerlo. Nuestra ciudad recibe cada año miles de visitantes que quieren descubrir la magia milenaria de Kioto. Quieren, por unos días, convertirse en parte de nuestra comunidad, lo que nos honra profundamente. Ser ciudadano de Kioto es más que un gentilicio, es una forma de ser y de concebir la vida, y somos afortunados de ser los depositarios de un legado que amamos y protegemos para que las generaciones venideras puedan disfrutar del patrimonio que ha pervivido hasta nuestros días.

Nos emociona ver cómo los viajeros se sumergen en nuestra filosofía de vida, disfrutando del omotenashi, la hospitalidad nipona que conecta con siglos de historia y crea una atmósfera de bienvenida y armonía. La insustituible belleza de Kioto reside en un delicado balance en el que conviven nuestra historia, nuestro modo de vida, la naturaleza y las posibilidades de la tecnología y la innovación, los pilares de una ciudad en la que sus habitantes y visitantes son piezas fundamentales.

Ningún destino puede ser sostenible sin sumar a todos sus ciudadanos

Kioto se ha hecho universal: en los últimos seis años hemos recibido 50 millones de visitantes y el éxito comporta desafíos que no son ajenos a otros destinos. Queremos que Kioto siga siendo ese lugar en el que el tiempo discurre a otra velocidad, cuyo encanto ha enamorado a muchos, y esta es una tarea que no podemos abordar solos. Ningún destino del mundo puede ser sostenible, luchar contra los excesos de la industria y de la globalización sin sumar a toda la comunidad, a nuestros ciudadanos y también a quienes nos visitan. En ese compromiso, los viajeros se mimetizarán con el entorno y podrán llevarse la auténtica experiencia de Kioto.

Para conocer un lugar hay que vivirlo y comprenderlo. Por eso, desde la administración de la ciudad y en colaboración con las empresas y negocios locales, estamos poniendo en marcha acciones destinadas a ayudar a los visitantes a entender el valor de nuestra cultura, tradiciones, y forma de vida, no como un mero ejercicio didáctico, sino como una invitación a ser, durante los días que nos visitan, un ciudadano más.

Parte de la aventura de viajar es preparar el viaje, y en Kioto animamos a los viajeros a empaparse de nuestras tradiciones y protocolos sociales antes de visitarnos, a través de las muchas alternativas que ponemos a su disposición para aprender sobre la ciudad y sus gentes, sus espacios creativos y museos, sus empresas de vanguardia, y las múltiples religiones y culturas mezcladas en sus monumentos, su gastronomía y sus espacios urbanos, todos unidos por la espiritualidad. Kioto encarna la filosofía japonesa como ningún otro destino del país, en perpetua conexión con la naturaleza y el paisaje, que forma parte de nuestra estrategia de desarrollo sostenible.

Para abrir el corazón a la experiencia de la ciudad, la contemplación, la prudencia y el silencio son la llave. Somos discretos por naturaleza, por eso hay espacios y entornos en los que se limita la fotografía, como por ejemplo las machiyas (casas tradicionales) o a las geikos o maikos que pasean por las calles: acercarse y pedir permiso tiende un puente que sabemos agradecer con una sonrisa. Y Kioto ofrece miles de estampas para llevar de recuerdo, en sus imponentes templos, sus encantadoras calles, o sus plácidos jardines, incluyendo a estas jóvenes que salvaguardan 300 años de arte y tradición del país. Son como estrellas fugaces y, a veces, es mejor disfrutar de su fulgurante luz, mientras pasan a nuestro lado.

Instantánea de la turístico ciudad de Kioto en Japón

Nos enorgullecemos de conservar nuestras calles, templos y monumentos incólumes, por eso se limitan alimentos y bebidas, no se permite fumar, manipular elementos decorativos, o acceder con zapatos a ciertos espacios (un aspecto éste, que forma parte de nuestras costumbres). Es una estrategia para ganar la batalla al tiempo y al deterioro de las maderas, las pinturas, las lámparas de papel o los jardines que forman parte de nuestro paisaje urbano, una serie de pequeños gestos que construyen comunidad, para los residentes y los visitantes.

Kioto transita entre el incalculable valor de su historia, su sentido estético y los avances del mundo moderno, comprometida en crear un espacio de entendimiento en el que podamos encontrar modelos y soluciones para evitar la saturación, generar riqueza y conseguir que la ciudad fluya sosegadamente hacia el futuro, manteniendo nuestra esencia: equilibrio, pasión y sabiduría.

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