
En vísperas del debate de investidura de Pedro Sánchez, que abre la puerta a formar Gobierno, no se puede hablar de que la incertidumbre institucional y política se haya disipado.
A ello contribuye la inhabilitación de Torra y Junqueras, capaz de dinamitarlo todo. Además, los términos del acuerdo a cambio de la abstención de ERC no están claros en temas clave, como qué se tratará en la anunciada negociación Gobierno-Generalitat. Sobre todo, respecto a la futura consulta a los catalanes que el acuerdo incluye. Unas dudas que son aún mayores al comprobarse que en el texto no existe mención alguna a la Carta Magna y se habla de conflicto político (y no jurídico), lo que abre la puerta a la excarcelación de los presos del procés, e incluso al referéndum. Pero más allá de ERC, la confianza carece de bases para cimentarse, considerando que el Gobierno se nutre de una coalición con Podemos, que dificulta la adopción de las reformas estructurales que el país necesita. De hecho, la política económica que se ha anunciado hasta ahora ya ha sido criticada por el FMI y la Comisión Europea, al incidir en un mayor gasto y en la reversión de reformas del Ejecutivo de Rajoy, en el terreno de las pensiones y en el laboral.
El acuerdo con ERC no despeja la incertidumbre política y el Gobierno con Podemos amenaza la economía y el empleo
Ahondar en ese tipo de medidas solo servirán para impulsar la desaceleración que la economía y el mercado laboral ya muestran. Por si fuera poco, el acuerdo con ERC solo permite a Sánchez asegurarse, de momento, una paupérrima victoria en la investidura. Pero el Gobierno resultante presenta una gran debilidad parlamentaria, lo que no garantiza los apoyos necesarios para aprobar los Presupuestos. Todo apunta, por tanto, a que el acuerdo con ERC no es más que una huida hacia delante de Sánchez, que está lejos de garantizar la estabilidad institucional.